"La Historia Interminable" es una emblemática cinta familiar de aventuras, dirigida por Wolfgang Petersen, convertida en uno de los clásicos épicos de los 80s. Bastian Bux es un joven de 12 años que acaba de perder a su madre y debe lidiar con un padre pragmático y unos matones de barrio que no pierden ocasión de fastidiarlo y agredirlo. En una de las tantas persecusiones, logra esconderse en una librería, de donde terminará sacando un volumen de “La Historia Sin Fin”, el cual leerá y se dará cuenta, a medida que avanza la trama, que él también es parte de la trama. Basada en la exitosa novela homónima “Die Unendliche Geschichte” de Michael Ende, el director decide llevar a la gran pantalla la primera adaptación cinematográfica de la novela, tomando solamente la primera parte de ésta, y escribiendo él mismo parte del guión, junto a Herman Weigel y Robert Easton. Y uno de los primeros problemas que parece tener el film en esta colaboración germano-estadounidense, es la diferente cosmovisión de lo fantástico en cuanto a narrativa y lo visual, en donde los alemanes logran imponer su maravillosa estética visual y los estadounidenses lo narrativo, suavizando y simplificando considerablemente la temática de Ende.
Una decisión cuestionada por el autor de la novela, quien la críticó por despegarse del argumento principal, ya que la película no aborda la premisa del autor de separar los sueños de realización de los sueños para evadir la realidad, privilegiando éste último y dándole demasiada importancia, según el novelista, a la fantasía. De esta manera, son varios elementos y personajes narrativos de los cuales se prescinde respecto al relato, como la importancia del amuleto Auryn que en libro es el canal filosófico que permite materializar los sueños en realidades, o la parte en la que la Emperatriz Infantil inicia la búsqueda del viejo de la Montaña Errante para que Bastián pueda entender su rol en la historia, o la reconciliación que Bastián y su padre sostienen hacia el clímax de la historia, finalmente. De todas formas, el guión tiene elementos de crítica social como el rol del padre ausente y pragmático, que se refugia en el trabajo y que ignora a su hijo tras la muerte de su esposa. Este elemento no está presente en el libro, de manera que Petersen lo incluye para reforzar la idea del niño solitario, que aparte tiene que lidiar con un entorno escolar hóstil, en donde por supuesto no tiene la ayuda ni de su padre ni de sus profesores. Es más, el tema es más profundo si consideramos que el muchacho huye del salón de clases y se encierra en el desván del colegio y nadie lo busca ni se pregunta dónde está.
Dos elementos destacables del film y por los cuales aún se le recuerda es su diseño artístico y el trabajo de efectos especiales. El concepto artístico propone un mundo gris, amenazante y amenazado al mismo tiempo, reflejado en una tierra que muere, cubierta por pantanos y desiertos donde antes había bosques y mucha vegetación. Entre los escenarios, el espectador podrá visionar la Torre de Marfil, hogar de la Emperatriz Infantil, el Pantano de la Tristeza, por donde Atreyu debe atravesar en su osadía y en donde pierde a su caballo Artax, y el Oráculo del Norte, en donde Atreyu busca respuestas después de lidiar con las esfinges de piedra. Respecto a los personajes fantásticos, hay que destacar el trabajo de maquetas y animatronics, cuyas figuras primero fueron creadas en barro en miniatura y luego en yeso en tamaño real, cuyo molde servirían como molde para la espuma que ocultaba el engranaje de los animatronics. Entre estos personajes recreados, destacan el Comer rocas, los súbditos de la Emperatriz Infantil, entre los que cuentan los cabezones y los de tres caras, el hombre-lobo Gmork, la Vetusta Morla, la gigantesca tortuga sabia que parece complicar más a Atreyu en sus dudas existenciales y de la misión que se le acaba de encomendar, y el entrañable dragón Falcor. Por su puesto, reconocer en estos personajes el trabajo de maquillaje, que dan cuenta de un trabajo artesanal nostálgico y encantador, en una época en la que el cine ya comenzaba a llenarse de efectos computacionales.
Las actuaciones son correctas, la cinta está protagonizada por tres jóvenes actores, comenzando por Noah Hathaway, quién tiene una correcta actuación, lo que valió quedarse con el Premio Saturno al mejor actor juvenil, un año más tarde. Por su parte, Barret Oliver es Bastian, el niño que busca refugio en los libros y “activa” la trama para convertirse en el elegido. Finalmente, Tamara Stronach da vida a la melosa Emperatriz Infantil. En el reparto adulto, tenemos a los secundarios Deep Roy como Teeny Weeny, propietario del caracol veloz. El entrañable Sydney Bromley, encarnó al científico Engywook. Y Gerald McRaney como el padre de Bastian. Comentar que todos actúan en función de los protagonistas juveniles, cumpliendo con sus roles.
En definitiva, una película entrañable y disfrutable no tanto por su narrativa sino por su premisa, sus personajes y su recordada factura técnica, que la convirtieron en uno de los clásicos ochenteros por excelencia. Con una música que derrocha entusiasmo y ternura en sus momentos positivos, y una profunda tristeza en los negativos. Una historia de fantasía llena de personajes entrañables y aventuras repletas de significado. Un canto a la juventud y a lucha de lo ideales. Bastian fue, es y será el héroe que nos muestre la luz y el camino a cualquier solución mediante los deseos.