El regreso del Príncipe Azul
por Diana AlbizuComo si estuviera mezclando un cuento de hadas (con protagonista de moralidad censurable pero tremendamente reconocible) con 'El cuento de invierno' de Shakespeare (cuya escena cumbre vemos representada en uno de los mejores momentos del filme), Éric Rohmer dedicó el capítulo invernal de sus Cuentos de las Cuatro Estaciones al amor eterno. Félicie (Charlotte Véry, encantadoramente insoportable), como su propio nombre indica, sólo quiere su felicidad por encima de cualquier cosa, y está convencida de que el único modo de alcanzarla es reencontrando a Charles, el padre de su hija de 5 años, con quien perdió todo contacto después de un fogoso y apasionado verano de amor en el que fue concebido la pequeña.
Mientras, Félicie mantiene relaciones con otros hombres a los que, aunque ella está convencida de que no es su intención, no puede evitar dar vanas esperanzas de amor. Por el medio, entre las disquisiciones sobre Pascal, Platón o el cristianismo, el Rohmer más filosófico y perverso en la construcción de personajes se junta con el preciso registrador de cotidianeidad urbana: somos conscientes de la importancia de cada desplazamiento físico de Félicie gracias a la cantidad de medios de transporte público que debe tomar y el tiempo que pasa en ellos reflexionando... o quizás esperando que el amor de su vida aparezca en el asiento de enfrente.
A favor: El cameo de Marie Rivière en el autobús.
En contra: El happy end se atraganta ligeramente.