La empecé a ver con cierto escepticismo por ser una versión reinventada, a la conveniencia de la directora, de la película francesa “La familia Bélier” (Érik Lartigau, 2014) que tanto me había encantado. Les aseguro que, si no fuera porque está nominada al Óscar, la hubiera dejado pasar. Pero no, reconozco que me lo pasé genial viéndola. Uno de los productores de la cinta original, Philippe Rousselet, se había quedado con los derechos para hacer un “remake” y la jugada le salió de perlas.
Se hizo un casting para localizar a actores sordomudos para localizar a los personajes de esta película. Ese, a mi entender, fue uno de los éxitos fundamentales del equipo técnico y su directora a la cabeza. Todos están impresionantes. El saldo arroja, como balance, la nominación al Óscar de Troy Kotsur en el apartado de Actor Secundario. Merecidísima. Un papel en el que tiene que resolver muchos matices diferentes, cabreado con los compradores del pescado que saca del mar con sus manos, los enfados que se lleva a casa, la ternura con la que protege a su familia y más. Y todo con soberbias pinceladas y unos diálogos brillantes. Quizás sea una cosa que no se suele valorar en los guiones: los diálogos. Siempre nos centramos en evaluar si las tramas funcionan, si el ritmo es el adecuado, si los personajes son creíbles, etc.
En esta cinta, quiero reivindicar que, parte de la fuerza y de que se tan emotiva sin caer en la ñoñería, la tienen unos diálogos muy cuidados. Obvio que unos son hablados y otros, gesticulados (y subtitulados, no se asusten). Generan tensión, ternura y encajan a la perfección con la psicología tan diferente de todos los personajes. El guion está nominado al Óscar también en la modalidad de Adaptado ya que viene de una película ya estrenada. Es por esto que están nominados, tanto la directora Sian Heder, como los guionistas de “La familia Bélier”, Victoria Bedos y Stanistas Carré de Malberg.
Recalcaremos que es la primera película para cine de Heder, que tuvo que aprender lenguaje de signos mientras escribía el guion de esta cinta. Que, en el casting que hizo con actores sordos, eligió a Troy Kotsur, a Marlee Matlin y a Daniel Durant; que ya habían coincidido juntos en el musical de Broadway “El despertar de la primavera” (Spring awakenings). Todos brillantes. Marlee Matlin ya tiene un Óscar. De hecho, es la actriz más joven en ganar, con solo 21 años, la estatuilla a la Mejor Actriz Principal por su papel de Sarah en “Hijos de un dios menor” (Randa Haines, 1986). Pero su vis cómica es innegable. Me encantaba verla haciendo de Ruby, la abogada sordomuda de Joy, la esposa de Earl, en la serie “Me llamo Earl”. Otro personaje que me encantó de matices es el mexicano Eugenio Derbez en el papel del profesor de música que quiere aparentar ser duro y demuestra sutilmente su ternura mientras intenta ocultarla.
Dejo para el final, lo mejor. La interpretación de Emilia Jones es espectacular y conmovedora. Y sí, me emocionó varias veces en la película (cosa que mis amigos saben que no tiene mérito). Que, todos sus miedos, sus ilusiones, las presiones familiares, el amor oculto y su lucha por conseguir ser ella misma se transmitan tan claramente; intuyo que no es fácil. Como dije antes, apoyada en unos diálogos brillantes, creo que quiero ver alguna película más en la que salga esta chiquilla a la que ya pudimos ver haciendo de extra en “Piratas del Caribe: En mareas misteriosas” (Rob Marshall, 2011). Es la chica inglesa que le pregunta a su padre: "¡Date prisa, papá! ¡O nos perderemos el ahorcamiento!". Tendré que verla en la serie Locke & Key. Por cierto, CODA significa Children Of Deaf Adults (hijo de padres sordos). De nada. Y que sepan que, si tengo que ver, de nuevo, una de las dos, sin duda: “La familia Bélier”.