"Eduardo Manostijeras" es una de las grandes maravillas del entonces original y talentoso cine de Tim Burton, considerada con justicia una película de culto. El concepto inicial del personaje de Edward proviene de un dibujo realizado por un entonces adolescente Tim Burton, en la que mostraría sus sentimientos y sensaciones hacia una temática que terminaría siendo motor en su carrera cinematográfica: la sensación de ser incapaz de entablar una comunicación fluida y adecuada con su entorno, que a la postre se traduciría en films protagonizados por personajes extraños, desadaptados y vistos generalmente como “bichos raros”. En concreto, un adolescente delgado, pelo desaliñado y abundante y cuchillos en lugar de manos parecía ser la representación más elocuente de cómo se sentía. Nada más comenzar la película, se puede apreciar que se trata de un cuento. Una abuela le está explicando a su nieta, de dónde sale la nieve (ya que en el lugar donde viven nunca nieva). Y así comenzó esta bonita historia. Eduardo es un ser diferente que por una serie de casualidades, sale de esa mansión en la que lleva encerrado solo y se va a vivir a la civilización, al barrio que se ve desde las ventanas de su casa. Allí vivirá en familia y se relacionará con los seres humanos, y ahí empezará el lío.
Tenemos a un joven que es aceptado a medias, cuando puede ser utilizado para beneficio propio de los vecinos, y en ello la película tiene un par de escenas, como cuando es utilizado para cortar el cabello, podar el césped y los arbustos de los jardines e incluso abrir la cerradura de una puerta para entrar a robar. Y también mencionó el término discriminación, porque además de ser utilizado, Edward debe lidiar con la discriminación de quienes no toleran que sea diferente, que sienten miedo e incluso asco, la escena cuando corta el pavo con sus manos de tijera es realmente contundente en términos narrativos, considerado al fin de cuentas como un clase de fenómeno o freak. Y en ese sentido, esta es una velada crítica social. El guión también profundiza en la reacción de Edward al rechazo de la sociedad “humana”. Resulta paradójico que Burton y Thompson presenten un personaje con talentos para cultivar la belleza y el arte y al mismo tiempo su figura proyecte una sensación tenebrosa, incómoda y melancólica. Edward es una metáfora de la adolescencia, período doloroso de cuestionamiento, experimentación, falta de comunicación y soledad, por ello que no es de extrañar que al sentirse abrumado por su entorno, reaccione de una forma violenta y temerosa.
En cierta medida, las tijeras simbolizan su incapacidad para comunicarse y la forma en que la sociedad “adulta” percibe a los adolescentes, como individuos conflictivos, impredecibles e intratables, y aunque el film tiene momentos de humor, definitivamente el mensaje social está ahí, abordable y palpable. El diseño de producción es una maravilla, diseñando dos mundos totalmente impuestos pero de constante interacción: el tétrico caserón gótico en donde vive Edward y su creador, y la ídilica villa estadounidense en la que viven los Boggs. Por una parte, entonces, tenemos ese espantoso, lúgubre y melancólico caserón gótico, en ruinas en algunas partes y siendo flanqueada por una serie de inquietantes criaturas esculpidas a tijera. Y, por otro, la perfecta villa con sus casas de colores pasteles, en donde está evidentemente el emblemático concepto burtoniano sobre la deformidad de las zonas residenciales cuya bajo supuesta perfección arquitectónica guarda algo retorcido e hipócrita, ya que apela a la pérdida de la individualidad y al enfrentamiento de la masa versus el individuo, al que catalogan de desadaptado y al cual le declaran la guerra.
Las actuaciones son impecables, Johnny Deep está magistral, iniciando así una de las colaboraciones más emblemáticas y duraderas del cine. Depp parece bastante cómodo en su papel de Edward, interpretando a un adolescente incomprendido, confundido y necesitado de afecto, un adolescente en cuerpo de niño huérfano, que debe aprender a vivir en un nuevo mundo. Logrando establecer una buena química con Winona Ryder, (química que se concretó también fuera del set en un publicitado romance) quién interpreta a Kim, la hija de los Boggs que comienza rechazando a Edward para después desarrollar otro tipo de sentimiento. Dianne Wiest interpreta a Peg Boggs, la vendedora de cosméticos que se encuentra y apiada a Edward. Alan Arkin encarna a Bill Boggs, esposo de Peg, un hombre bonachón. Anthony Michael Hall interpreta al antipático y pedante Jim, novio de Kim, que organiza un robo para involucrar a un ingenio Edward. Y Robert Olivieri como Kevin, el hermano menor de Kim que termina siendo amigo de Edward. Completan el reparto, Kathy Baker como Joyce Munroe, la seductora vecina de los Boggs. Y el legendario Vincent Price como el inventor de Edward, en su último papel.
En definitiva, un gran film contado con oficio y pragmatismo por Burton, uno de sus mejores y más personalistas trabajos cinematográficos, en donde hay cabida por temas románticos como el descubrimiento del amor y la aceptación de un mismo, y temas más complejos como la perspectiva de la sociedad sobre la adolescencia y la pluralidad. Nos muestra las bajezas del ser humano, cómo podemos pasar de encumbrar a alguien para un segundo después repudiarlo o aborrecerlo, cómo nos asusta lo diferente y por esa misma razón tratamos de eliminarlo de nuestra vida, como si las cosas no salen como queremos tomamos represalias, cómo abusamos de la buena voluntad de las persona. Y como a pesar de todo esto, siempre hay buenas personas que pretenden hacer lo que creen correcto.