La Habana sigue viva. Su gente está en las calles, en las plazas, en las iglesias, en los parques, en las salas de baile, en las escuelas. Y continua transmitiendo una herencia hecha de risas antiguas, de ritmos africanos, de tintes fuertes. Herencia es una historia de emociones donde la imagen habla por si sola saltándose el orden tradicional del tiempo. Todo entra por los ojos, para transgredir lo normal, lo ordinario. El viaje no sigue un camino. El océano ha sido ya atravesado hace cientos de años. Y Herencia muestra lo que esto ha significado