La película sigue a un cerdo llamado Gunda, dos vacas ingeniosas y un pollo de una pata. Los personajes muestran el valor de la vida para cada una de las criaturas. Volviendo a la mirada de la cerda y escuchando el suave aullido de la vaca, Kossakovsky desacredita cualquier pretensión de que estamos separados de ellos por una capacidad humana única de emoción, conciencia o voluntad.
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