Dos caras
por Bibi RamosAunque empezó a hacer cine en el momento en que arrancaba la Nouvelle Vague francesa, Michel Deville nunca tuvo el reconocimiento que sí obtuvieron algunos de sus coétaneos. Sin embargo, algunas de sus comedias sí tuvieron un notable tirón en la taquilla gala, pese a contar con formas narrativas bastante convencionales. Cuatro años después del que fuera uno de sus mayores éxitos, La lectora, Deville dirigió Toutes peines confondues, donde adaptaba una historia de suspense con origen en la novela de Andrew Coburn.
Toutes peines confondues arranca en el asesinato de una pareja perpetrado en una pequeña localidad francesa de los Alpes, limítrofe con Suiza. El protagonista es el joven detective Christophe Vade (Patrick Bruel) que ha de hacerse cargo de la investigación y que se aproxima a un misterioso hombre de negocios, Antoine Gardella (Jacques Dutronc), aparentemente sin nada que esconder, que era hijo del hombre y la mujer asesinados. Deville construye con buen pulso el in crescendo dramático y la atmósfera turbadora en la que transcurre la acción. Aunque los actores estén correctos sin más, sus personajes se sostienen gracias a una buena construcción. Por contra, la cinta sí resulta bastante previsible y la música irrumpe en unos cuantos momentos como subrayadora molesta e innecesaria de la tensión.
A favor: La construcción de una inquietante atmósfera.
En contra: El uso de la banda sonora.