Tras la muerte de su madre María, Santiago Solera, director del documental, encuentra entre sus objetos cientos de fotografías de las personas que la rodearon en vida. A través de esas fotografías, con ayuda de una cámara antigua heredada, viaja a los lugares a los que le transporta las fotografías, con el objetivo de recuperar los recuerdos perdidos para que permanezcan en el tiempo. Cuando el viaje termina, junto a su hermano, el director reflexiona sobre la memoria humana del individuo y de la sociedad, y sobre las cosas perennes y duraderas en nuestras vidas.