Madagascar a través de un niño
por Andrea ZamoraLa porción de tierra a la que hace referencia el título de La isla roja es Madagascar. Allí, en una de las últimas bases militares francesas de los años 70, vive Thomas junto a su familia. Uno de los pasatiempos favoritos del protagonista es meterse dentro de una caja de madera que hay en el jardín de su casa y leer las historias de Fantômette, una joven superheroína.
En sus días en este paraíso, Thomas también es testigo de cómo la relación de sus padres se va desmoronando, de cómo su madre se va apagando y de cómo perciben los suyos, los colonos, a los malgaches. Thomas se va despojando poco a poco de inocencia y, con él, nosotros también.
Robin Campillo construye La isla roja a través de la mirada íntima de su niño protagonista y reserva la realidad de los habitantes de Madagascar para el final, coincidiendo con el último día de Thomas en la isla. Descubrimos con él que hemos estado encerrados en la base militar, atrapados en la intimidad de Thomas y no hemos salido de allí. También en su imaginación.
La isla roja comienza siendo ingenua e inofensiva para terminar siendo crítica. Campillo nos retiene en una realidad alterada e inocente para después soltarnos en la verdadera. Sin embargo, el efecto no tiene la fuerza suficiente.
Para leer más: 'La isla roja': Madagascar a través de los ojos de un niño