En represalia por su pecado de desobediencia, Dios retira su bendición al rey Saúl y envía al profeta Samuel para ungir a un nuevo heredero del trono de Israel. El elegido es un niño llamado David, que poco después logra una gran victoria para su pueblo al vencer al gigante filisteo Goliat con una honda. El sorprendente triunfo otorga a David el favor de los israelitas, lo que suscita los celos de Saúl que quiere deshacerse del joven héroe, pero fracasa en el intento.
Él y su hijo, Jonatán, heredero del reino por linaje, mueren y David es proclamado rey. Ya en el trono, David es tentado por la visión de la bella Betsabé desnuda mientras se baña. El rey desea a la joven y la posee, deshaciéndose de su marido, el hitita Urías, un pecado que Dios castiga. David deberá enfrentarse, además, a la dolorosa traición de su hijo Absalón.