Crítica de SensaCine.com para Un día de furia: Douglas se enfada

Hay dos directores dentro de Joel Schumacher. Por un lado el que realiza películas abiertamente comerciales y en las que pone toda su profesionalidad y personalidad (que la tiene, aunque sea insoportable), para entregar productos de fácil consumo y buena taquilla. Y, por otra parte, el Schumacher que intenta parecerse a un director-autor, serio, con películas a veces comprometidas y con mensaje, que aunque tan comerciales como las otras, parecen algo más adultas. En general, ambos son igual de malos, pero es preferible el primero en tanto a que no engaña y cumple su propósito, mientras que el segundo se da de bruces con una realidad: Que Schumacher es bastante mal director.

'Un día de furia' es una suerte de simbiosis de las dos facetas del cineasta. Por un lado una película eminentemente comercial y por otro lado una obra que aspira a ser testimonio de unas realidades sociales y un retrato del individuo contemporáneo. Y consigue ambos propósitos en una película por encima de la media de su filmografía, aunque para ello debe lidiar con una narración que en ocasiones se acerca con bastante peligrosidad a un cierto fascismo cotidiano. Qué duda cabe que uno puedo empatizar con el personaje principal interpretado por Michael Douglas, aunque cuesta un poco más el hacerlo con sus acciones. Pero el problema importante de la película es que Schumacher opta por la misma puesta en escena sin sentido tan afín a su estilo y apenas hay un desarrollo reflexivo sobre lo que sucede. Se contenta con mostrar simplemente, y eso sería bueno si al final eso nos condujera a algo más. Como retrato de los males de la sociedad 'Un día de furia' es interesante; como retrato de un hombre que no aguanta más, también. Pero la historia habría necesitado de otro director con más pulso e imaginación visual y de un guion menos convencional.

A favor: Douglas y la atmósfera de calor abrasante que transmite el interior del protagonista.

En contra: Que en el fondo dice menos de lo que parece y que hay quien puede acabar aplaudiendo los actos del protagonista.