Ha llegado la noche de Halloween, las calles se llenan de niños disfrazados que van puerta a puerta buscando caramelos y chucherías. Romina ya no es uno de esos niños felices, para ella esta noche ha empezado como muchas otras, ha tenido que trabajar en el hospital donde es enfermera. Ahora regresa a su casa sin saber que no podrá descansar como espera. Cuando llega a su casa se encuentra con Chris, un hombre que ha perdido la cabeza y vive permanentemente triste, y Alan, su rehén.