Película inglesa del 2021, de una duración de 116 minutos , con una valoración de 5/10, bajo dirección del director chileno Pablo Larrain y guión de Stevent Kinght, con un presupuesto de 18 millones, Biopic
Drama psicológico con una remarcada angustia vital en una mezcla que está a mitad de camino entre un relato tradicional de la realeza y un ensayo audiovisual.
Una Lady Diana retratada de una forma casi caricaturesca, como una madre limitada por los mismos postulados de la Corona y, por su condición emocional una mujer hastiada en un matrimonio protocolario asfixsiante; una figura popular erigida entre el amor y la critica del pueblo.
Una incorrecta figura en todos sentidos, devenida en chivo expiatorio permanente y abatida por una vida impuesta que no soportaba.
Tal vez es en eso donde reside uno de los puntos débiles del filme, en su constante letargo que luego finaliza con imágenes metafóricas de libertad. El sopor que se vive durante toda la película está muy atado a la realidad y logra ser trasladado al espectador, pero hacia los momentos finales muestra ciertos rasgos de liberación que posiblemente poco tengan que ver con su realidad y rompen con el ritmo lento y asfixiante.
Este guión versa sobre la figura de Lady Di, en el que el director Pablo Larraín decidió titularlo de firma significativa con su apellido de soltera.
La historia se centra en un periodo corto, en la víspera de la Navidad de 1991 que la familia real británica pasó en su casa de campo de Sandringham House, Norfolk, Inglaterra. mientras la protagonista y su esposo atraviesan una fuerte crisis, en el que se fabula con el distanciamiento familiar.
Hay una clave interesante en la película que da cuenta de la enormidad del personaje principal. No solo que casi no hay contextualización histórica explícita, sino que no se aclara nada sobre la crisis matrimonial de Diana y Carlos. Esto implica que no solo forma parte del cotilleo y la cultura popular sino que quien no sepa le incita a entrar en la historia morbosa personal del personaje. Lady Diana es mostrada en uno de sus momentos más frágiles y confusos, en un rechazo absoluto por parte de la Corona, y en el que fisica y mentalmente sufre una incontrolable bulimia con alucinaciones, información que ella misma saco a luz publica en entrevistas a principios de los 90.
La princesa de Gales (Kristen Stewart) una sorprendentes actriz norteamericana elegida para encarnar a la británica, lo cual ya denota el gran esfuerzo de ésta para mantener el acento, sumado a la potente esfuerzo emocional que requiere el periodo retratado.
Junto a la actriz, los vestuarios parecen también desarrollar una interpretación en si mismo. Este es un condimento fundamental, no solo porque fueron parte de su constitución como ícono, sino porque han sido logrados de manera maestra y como un calco perfecto de los reales. Es través de las prendas (específicamente con la chaqueta de su padre) que la protagonista ejecuta simbólicamente la rebeldía que desea esgrimir.
Es un largometraje impecable en los aspectos técnicos, y muy original en la pinza histórica que elige, dado que Lady Di es una figura de la que mucho se ha hablado ante la polémica y el misterio mediatico, ante encararse con el conservadurismo real encarnado por Isabel II (una reina hecha para ser reina por encima de todo).
Otro aspecto en el que posarse es el soundtrack jazzístico de Jonny Greenwood, que funciona como un elemento clave a la hora de crear un ambiente claustrofóbico y convertirse en correlato onirico emocional.
Los únicos problemas que debilitan un poco la potencia, están en algunos apuntes del guión que resultan un tanto subrayados y, utilizando metáforas que bordean lo obvio, en su relación spiritual con Ana Bolena (personaje trágico de la historia de la realeza con el que Lady Di se siente vinculada), como en otros diálogos que se escuchan y situaciones que aparecen a lo largo de esos angustiantes días. Y, quizás, en que al enfocarse tanto en la experiencia de Diana dejando casi por completo de lado al resto de los Windsor, dando por sentado, a través de los hechos y lo que uno ya sabe previamente, el tipo de presión con la que operan sobre ella, la película por momentos parece alimentar el mito de la fragilidad mental.
Uno puede dejarse llevar fácilmente por la frivolidad de la linea argumental, sacando la conclusión de que Diana bordeaba la histeria, y que eso, es el límite para su distanciamiento matrimonial como juguete roto y su compromiso social.
Es probable que la película no sea del gusto de todos, sobre todo si uno espera un estilo narrativo ampliamente desarrollado, para asirse con más solidez.
Pero Larraín repite el patrón narrativo de situar la trama en un periodo encajonado lo cual sirve como un perfecto eslabón salvador, en el que como público puede conocer con detalle la construcción psicológica del personaje como enfoque guia.
A nivel de producción es un filme sobrio, pero con una puesta de escena elegante. Sobresale no sólo el departamento de música y fotografía, sino los de vestuario, maquillaje y diseño de producción. En que hay que aplaudir en su sentido tecnio.
Ahora el rasgo de angustia distópica en la que se envuelve, le hace perder interés y ser un tanto plana.