Película española del 2021, de una duración de 123 minutos, con una valoración de 5/10, bajo dirección y guión de Pedro Almodovar, con un presupuesto de 11 millones. Drama sentimental.
El cine de Pedro Almodóvar se asienta bajo los pilares de una personalidad y un universo icónico e intransferible, pero lejos de acomodarse siempre se encuentra en constante proceso de evolución y transformación.
Encontramos el deseo de ideas, tanto narrativas como formales, inéditas que consiguen que avance abriendo la puerta de la experimentación tanto expresiva como representacional.
Una vez mas Almodovar inicia un camino a lo desconocido de no retorno hacia la incontención dramática, hacia el melodrama de lágrima seca en el que las emociones se transmiten a través de un constante nudo en el estómago, jugando con el puro sentimentalismo clásico.
El guión al tener que sustentar y encadenar dos corrientes la de la muerte y la vida, no termina de conformar una trama solida, y las historias unisonas terminan resultando muy diluidas, en el que falta mordiente, suspense, y profundidad, en el que todo se resuelve de una forma un tanto insustancial, dejando muchas dudas.
El metraje da un paso más allá a la hora de poner en práctica su sobriedad estilística al mismo tiempo que despliega un mecanismo argumental de raigambre metafórica alrededor del trauma y las heridas del pasado y del presente. Así, la maternidad adquiere un doble sentido, la de la mujer que da a luz una vida nueva, y la de un país, España, que todavía tiene que enterrar a sus muertos. Lo íntimo y lo histórico unidos en un abrazo poderoso a la hora de conectar a varias generaciones a través del duelo. A partir de esa base constitutiva, Almodóvar despliega toda una serie de vasos comunicantes para hablar de los nuevos modelos de familia, de la sexualidad y la identidad, pero sobre todo de la mujer como estandarte sobre el que se sustenta toda nuestra sociedad. Mujeres solas que tienen que salir adelante con la fuerza de su instinto y sus convicciones, mujeres que renuncian, mujeres que aprenden, mujeres que se entregan, mujeres que luchan.
Madres paralelas apuesta por el diálogo en contraposición al artificio, por la naturalidad sin dejar de lado contradicciones, por las luces y las sombras de sus personajes. Es una película política, pero también profundamente humana que nos regala un personaje, el de Penélope Cruz, que condensa todo el espíritu de una película hecha de corazón y huesos, de ternura y espíritu liberador.
Parece que tal cual le está llendo a Madres Paralelas en el cine español, el publico esta un tanto cansado del sello cinematográfico almodivariano, y ya no queda embrujado con la complejidad de su narrativa transformista.