Los renglones torcidos de Dios
Película española del 2022 de una duración de 154 minutos, con una valoración de 7/10, bajo la dirección del barcelones Oriol Paulo, guión del mismo junto con Guillen Clau, y Lara Sendin, con un presupuesto de 7 mill. €.
Largometraje llamado este año para tener un notable hueco nacional en los Feroz y Goyas, y aconsejable para el público ante las perspectiva que despierta este buen thrille.
Buena adaptación de la conocida novela de Torcuato Luca de Tena en 1979, que siguió el mismo proceso de la protagonista para escribir la novela, viviendo como un paciente más en un sanatorio mental, y que mereció los elogios del conocido psiquiatra franquista Alejandro Vallejo-Nágera.
Se modifica la estructura lineal de la obra original, pero la fidelidad es absoluta, incluso con la protagonista fumadora; de modo que Oriol Paulo director, manejan dos hilos narrativos: Uno, el ya descrito, y el otro que nos muestra un incendio que afecta al centro psiquiátrico, en que se ha producido un asesinato, y en que los enfermos, en el patio y bajo la lluvia, se encuentran muy alterados. Esta idea introduce aún más suspense y da pie a alguna que otra sorpresa. Incluso elementos como el de que la firma del hombre basta para recluir en un manicomio a su esposa, que podían ser usados como recursos de un feminismo cargante, aquí se utilizan con inteligencia, no asoman como parte de los actuales y a veces cansinos signos de los tiempos.
Alice Gould, investigadora privada de profesión, simula una paranoia para entrar en un sanatorio. Desea recabar cualquier evidencia que pruebe que la muerte de uno de lo pacientes del centro fue un asesinato. Pero lo sencillo acabará resultando un entramado difícil de resolver. El director, Oriol Paulo, aporta su singular enigmático toque. Además, el catalán no solo ejerce como realizador de la cinta, sino que también firma el guion junto a nombres como el dramaturgo Guillem Clua o la guionista Lara Sendim.
Una película sensacional con un ritmo trepidante, justo, enigmático, y sorprendente. Paulo hace que te sumerjas en la historia de lleno con giros y contra giros, atrapadote en su trama e incluso que llegues a empatizar con muchos de los personajes. Con abundantes guiños cinematográficos y literarios, la película además logra una ideal ambientación en decorado y vestuario.
El reparto del filme es otro de los grandes puntos positivos de la película. Un magnifico y estudiado reparto encabezado por la grandísima Bárbara Lennie que tiene el reto de interpretar a una cambiante y contradictoria Alice Gould, además de llevar la voz cantante de gran parte de la trama,
que imprime a su Alice Gould todos los rasgos que se le suponen, brillantez intelectual, diálogos afilados, punto de coquetería, anhelo de maternidad y dulzura.
También se suma un siempre acertado Eduard Fernández que últimamente lleva exitosos filmes.
Con su Manuel Alvar escéptico ante su inclito paciente.
También, el comité médico cuenta con el malhumorado Federico Aguado y una esencial como Adelfa Calvo.
Javier Beltrán y Loreto Mauleón
que debuta como grandísima promesa tras varios trabajos televisivos, se le augura una prometedora carrera en el cine.
Actores poco conocidos que dan vida a los pacientes con sus diversas patologías y curiosas fobias, pues no caen en el histrionismo, sus “freaks” son, por así decir, “naturales”.
Hay que ver ‘Los renglones torcidos de Dios’, porque es una estupenda película, que, aunque dura casi tres horas, que si bien empieza lenta y timorata, logra progresivamente un enganche trepidante, ante un ritmo increíble con una trama perfectamente construida.
Unos completísimos personajes bien entrelazados con subtramas en su justa medida, que complementan adecuadamente, en la que todos locos y no locos portan en su interior mochilas.
Cuenta con una buena narración en la que destaca el magnífico diseño de producción, donde se enfoca el aspecto imponente del psiquiátrico en la Virgen de la Fuentecilla, mostrado con espectaculares planos, y la selección del reparto que interpreta a los enfermos mentales, una galería de personajes con deformidades y rarezas muy conseguida y creíble.
Si bien el final en su último giro, podría haber sido, más desarrollado y contundente, para con ello ajustarse a los canones, no quedando diluido con el "en lo esencial nada cambia" de Eduard Fernández.