Acusado de asesinato, Caravaggio huye de Roma y se refugia en Nápoles, en la Italia de 1609. Apoyado por la poderosa familia Colonna, el artista intenta obtener el perdón de la Iglesia para regresar a Roma. El Papa decidió que un inquisidor investigara al pintor, cuyo arte se consideraba subversivo y contrario a la moral de la Iglesia. A pesar de ello, el Papa Pablo V sopesa si concederle el perdón por haber asesinado al proxeneta y mercenario Ranuccio Tomassoni