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    Black Phone
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Black Phone

    Luchando contra el miedo

    por Alejandro G.Calvo

    Locke & KeyScott Derrickson, tras separarse de Marvel por "diferencias creativas" y dejar la secuela de su Doctor Strange (2016) en manos de Sam Raimi, regresa a lo que mejor se da hacer: películas de miedo. Para ello se ha vuelto a juntar con, C. Robert Cargill, su coguionista en Sinister (2012) -una de las mejores películas de terror del Siglo XXI-, y juntos han adaptado un relato de Joe Hill en The Black Phone: Stories (2007). Joe Hill, ya sabéis, el vástago de Stephen King que está labrándose una carrera realmente potente tanto en el campo de la novela como en el del cómic (soy fan absoluto de su Locke & Key (2008)). Así que, de entrada, el primer logro importante de Black Phone es que es la mejor adaptación hecha nunca de un trabajo de Hill: ni la propia Locke & Key (2017), ni Horns (2013), ni En la hierba alta (2019), ni NOS4A2 (2019), supieron estar a la altura de su textos base. Y si en la obra de Hill ya se muestra una herencia clara de la de King -mezcla de terror real con historia sobrenatural, personajes en la adolescencia enfrentados a dramas familiares, villanos mefistotélicos de gran impronta icónica, narraciones en paralelo que mantienen el suspense en el filo, etc-, Derrickson ha sabido plasmar en su nueva película todo aquello que hace de la obra de King/Hill tan disfrutable y, al mismo tiempo, tan terrorífico.

    Universal Studios. All Rights Reserved.

    Black Phone arranca como un 'coming-of-age' de un par de jóvenes hermanos, Finney (Mason Thames) y Gwen (Madeleine McGraw), huérfanos de madre y de padre alcohólico, que viven en un pueblo donde un 'psychokiller' está secuestrando y asesinando a sus compañeros de instituto. El villano de la cinta -de nuevo: fortísima carga icónica-, ataviado como un mago tenebroso, cargado de globos negros y con un juego de máscaras realmente aterrador (dichas máscaras son obra del maestro Tom Savini, leyenda del FX y la iconografía del horror gracias a su trabajo en películas como Viernes 13 (1980) o Maniac (1980)), es interpretado por un enorme Ethan Hawke, que juega a crear pavor únicamente con su presencia, gestualidad y voz, al tener el rostro prácticamente oculto toda la película. El joven Finney acabará atrapado por este 'boogeyman' y encerrado en un sótano donde básicamente hay un catre, un WC y un teléfono negro roto colgado en la pared que, sin embargo, de vez en cuando parece recibir llamadas.

    Derrickson maneja el tempo narrativo con mano maestra, cruzando ese horror tan real -un asesino de niños inclemente que siente devoción por el juego macabro- con el fantástico puro -la presencia sobrenatural tanto de fantasmas como de ensoñaciones de lo real-, en un juego lúdico donde el horror de la amenaza se traduce un aventura ochentera mostrando la posibilidad de una fuga (o no) gracias, precisamente, a esas presencias fantasmáticas. Eso implica dos cosas básicas: (1) Derrickson sabe estirar el suspense de la amenaza creando momentos de alto terror (algún susto de los que te tira de la butaca inclusive) y (2) al mismo tiempo sabe conjugar la aventura primigenia bañada en fantástico donde cada pieza del puzle cuenta sin que ni el espectador ni el protagonista sepan realmente cómo encajan en el tablero.

    Universal Studios. All Rights Reserved.

    Black Phone se convierte así en una película realmente deliciosa. Cualitativamente hablando, no estamos lejos de Sinister, aunque el terror en ésta no admita fisuras de ningún tipo. Aquí el juego es distinto, tanto, que incluso se permite algún deje cómico (ese conspiranoico vecino cocainómano) y el terror deja más de un agarre para que tanto protagonista como espectador respiren. Derrickson maneja la tensión con metrónomo, dosificando con inteligencia el suspense de la doble vía narrativa presente (aunque la del hermano se acabe por comer a la de la hermana) y acaba por dar forma, ya no sólo a un gran villano y futuro disfraz de Halloween / figura de Funko, sino a una gran película de terror que deberá estar en lo más alto del género del 2022.

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