Película Irlandesa del 2023, de una duración de 141 minutos, con una valoración personal de 7/10, bajo dirección de Yorgos Lanthinos y guión Torry McNamara, de la novela de Alasdari Gray.
El largometraje es un coming-of-age sobre su protagonista, en la que Emma Stone demuestra por qué merecía el Óscar como mejor actriz, este filme del afán de aprender y descubrir de forma acelerada, empezando desde los limites de la experimentación en pos de la evolución científica, y como se convierte en un alegato feminista. Un cuento de amor, de terror, de sexo, divertido y surrealista. Una mirada satírica a los hombres, a su forma de actuar y sus valores, a su forma de relacionarse con las mujeres. Una mezcolanza apasionada y arrebatadora entre un Frankenstein en busca del conocimiento y la historia de Adán y Eva de la Biblia, en la que se hubiera quitado de en medio la figura de Adán y solo hubieran quedado el creador y la mujer.
Narrativamente es completa; visualmente arrollante; temáticamente actual, pertinente y oportuna, llena de un humor irónico, surrealista y absurdo, de sexo y de provocación; su historia es valiente.
Técnicamente el vestuario sin complejos; los decorados son un delirio de imaginación, el mundo victoriano retrofuturista que crea es prodigioso y sugerente; la fotografía recurre a los grandes angulares, los ojos de pez y los travellings, la música es gallarda y extraña, el juego de color en esta envuelta, es un castillo multicolor increíble. Pero todo esa exageración y barroquismo en la puesta en escena, todo ese artificio e imaginación se ajustan perfectamente a lo que requiere la historia. Toda esa acumulación de elementos resulta coherente y plena de sentido, está repleta de ideas y de pasión por contar esa historia y lo hace de forma sorprendente, divertida e inteligente. Todo en ella es desproporcionado y exagerado, lleva al extremo, pero al mismo tiempo pertinente.
Curiosamente a medida que avanza el barroquismo en los aspectos formales, su mirada hacia la especie humana se vuelve menos inclemente y cruel. Sigue mostrando las miserias de nuestra especie, la maldad, la vanidad, el egoísmo, la codicia, el deseo de posesión o las ansias de venganza del ser humano, pero esta vez deja asomar también la bondad, la empatía y la solidaridad. Y lo hace de la mano de su protagonista, Bella Baxter, interpretada con entrega, audacia y valentía por Emma Stone, también productora de la película, asumiendo riesgos poco habituales en una estrella de Hollywood y logrando una de las mejores interpretaciones de su carrera. Una interpretación que obliga a Stone a inventarse una nueva forma de andar, una nueva forma de hablar, una nueva forma de actuar, un nuevo tipo de mujer. Y hacerla evolucionar, crecer y madurar. Sin caer en la caricatura y aunando el exceso y la sensibilidad. Una mujer adulta con el cerebro de una niña o una niña en el cuerpo de una mujer adulta que se cría sin atender a las reglas de la sociedad victoriana en la que vive, sin la obligación de tener que cumplir las normas que su entorno le impone. Una mujer sin pasado y sin pudor, que crece sin condicionantes, ni limitaciones, absorbiendo todo lo que le ofrece su entorno como una mujer libre, que termina dominando a sus creadores y sus dominadores.