Pep falleció a los cuatro meses de vida, sin poder superar la última y definitiva operación en su corazón. Durante todo ese tiempo en la UCI con su hijo, Ignasi recordaba la muerte de su hermano y el impacto devastador que tuvo en su madre. En esa situación, Ignasi temía que su esposa, Ágata, sufriera lo mismo que había visto sufrir a su madre. Han pasado siete años desde la muerte de Pep e Ignasi emprende un viaje emocional para visitar a médicos, enfermeras y otros padres con los que coincidieron en la UCI, con el fin de entender qué ocurrió. En este viaje, redescubre la importancia de hablar de esos hijos y mantener su memoria viva, especialmente cuando su muerte pasa desapercibida para muchas personas.