PLAN 75 (Cuando se pierde la esperanza)
El plan del título no hace referencia sino a un programa gubernativo japonés dentro de una narración distópica recogida en esta película nipona. El programa recoge el acompañamiento logístico y financiero para alcanzar la eutanasia (poner fin a la vida, suicidarse) con la longevidad como objetivo de progreso y comodidad, con la longevidad como problema físico, económico y financiero, para quienes llegaron a esa época de la vida en condiciones precarias. El gobierno presenta un plan para subvencionar la muerte voluntaria a las personas que quieran anticipar su muerte, ofreciendo un periodo paradisíaco antes de pasar a la muerte definitiva.
El montaje definitivo en sketches de cuatro personajes llega a despistar al espectador más que el colorido de la presentación y más qu el pretendido mensaje de la prolongación de los planos. También se dan un montón de aceptaciones en el guion que no “cuelan”. Y tampoco se explican, ni las edades, ni las condiciones laborales del sistema, etc. El espectador trata de aplicar sus conocimientos de experiencia, pero cede. Se queda con el mensaje genérico de que el jubilado, el pensionista, la persona de determinada edad o dependiente son una carga, “un trasto”, y los gobiernos no están dispuestos a construir “asilos” oficiales, pero sí a privatizar (basta mirar alrededor, en el entorno cercano) residencias de ancianos cuyos accionistas del negocio son los políticos y sus familias que han encontrado una excelente rentabilidad a la inversión.
Muerte asistida para mayores de 75 años porque los jubilados cercenan las economías de los países con sus pensiones. Un teléfono de la esperanza gratis.”Plan 75” es un nuevo toque de atención para nuestra sociedad. Es mal que bien nuestro futuro, el de todos los que, como reduce el título, han cumplido los 75 años.”Plan 75” es un plan social para ayudar a morir a los ancianos que lo deseen. Confortados por asesoramientos telefónicos de 15 minutos varias veces a la semana.
Una más clara estructuración de las historias hubiera ayudado más en el acercamiento del espectador a la historia. Los sketches alejan más que acercan. Ni el tiempo ni el ritmo parecieron adecuados a la historia. Una reflexión que no cuaja porque la deshumanización en el trato a los viejos es una corruptela diaria cultural.