Película japonesa del 2021, de una duración de 179 minutos, con una valoración de 7/10, bajo dirección y guión de Ryusuke Hamaguchi, con un presupuesto de 10 millones. Drama metateateatral cinematografica, surrealista.
El director japonés Ryusuke Hamaguchi escogió uno de los cuentos del legendario escritor Haruki Murakami. colección de cuentos de 2014, Hombres sin mujeres, sus obrad están influida por el surrealismo y se centra en temas como la soledad y la alienación. Es considerado una figura importante en la literatura posmoderna.
Por lo este largometraje nos sitúa en su fondo, ante como afrontamos la perdida, con lo que nos sentimos complementado.
El director teatral Yūsuke Kafuku (interpretado por Hidetoshi Nishijima) dirige una producción multilingüe de la obra Tío Vania (del dramaturgo
ruso Antón Chéjov publicada en 1899)
en Hiroshima envuelto ante la muerte de su esposa y guionists Oto.
Esta película que no es facil de ver, siempre tiene presente un Saab 900 turbo rojo (primer hot hatch moderno de mediados de los 80), que sirve como vínculo entre Kafuku y Misaki dos personas similares de lo que creen y aparentan en un principio. Este coche es el lugar donde el destino hace que ambos personajes congenien y se sinceren, en sus giros. La intimidad del coche, permite que durante los viajes debidos al trabajo como destacado director de Kafuku, y Misaki su joven chofer de 23 años, compartan vivencias, sentimientos y reflexiones sobre sus peculiares vidas.
Ryûsuke Hamaguchi, en su sensitivo diseño interior nos sumerge en una historia y unos personajes tan vivos que, a través de su viaje, uno tiene la sensación de que nos intenta llevar en descubrir verdades ocultas de la naturaleza humana.
Hamaguchi, en una filimación muy rivettiana, concibe el texto y la actuación teatral como un hecho expansivo. O, haciendo un poco más abstractos los términos, dispone el juego de la ficción como una vía de verdad personal.
El texto del propio Hamagûchi en colaboración con Takamasa Oe consigue, a lo largo de su filme, revelar de forma sutil pero constante la verdad que hay detrás de cada uno de sus personajes. La gran técnica empleada hace parecer fácil uno de los principios más complicados del guion: conseguir una escala progresiva de conflicto, en la cual ninguna escena sobre y cada acción nos revele de manera aparentemente imperceptible nuevas capas ocultas de los personajes.
Este enfoque impecable, acompañada de una dirección en punto, la convierten en una buena película.
De entre todas sus grandes escenas, hsy que destacar una conversación en el coche entre Kafuku y Takatsuki su joven protagonista en la obra de teatro. Mediante únicamente diálogo y en un viaje aparentemente tranquilo, la tensión y la lucha de poder escala hasta llegar a una revelación desgarradora que deja atónitos tanto a los espectadores como al protagonista, en un giro emocional.
Esto no significa que se trate únicamente de una clase de maestría técnica sin corazón. Cada aspecto está al servicio de lo más importante en toda historia: hacernos sentir. Pese a una temática en un inicio triste, el universo de la película está lleno de personajes que traen vida y color al mundo de Kafuku.
Particularmente brillante es Yoo-rim Park en el papel de Lee Yoon-a, una mujer incapaz de articular palabras, pero cuyo cuerpo y rostro transmiten más emoción de lo que muchos otros actores logran con grandes monólogos, elevando a la persoectiva a otro plano.
El metraje se toma su tiempo para construir el poder de entretenimiento que tiene una buena historia. Pese a su larga duración y a la ausencia de grandes efectos, resulta una experiencia conmovedora y universal. Ryûsuke Hamaguchi nos recuerda cómo las grandes historias llegan a nuestro corazón, y nos obligan a encontrar verdades propias a través de personajes que se vuelven tan reales para nosotros como nuestros padres o hermanos. Esta es una película nada pretenciosa a la cual todo aquel que le dé una oportunidad puede encontrar empatia como espectador.
No hay una gran conclusión que solucione todos los conflictos planteados, como acostumbramos a ver en otros filmes con la clásica estructura del viaje del héroe. La propuesta de Hamaguchi es, en cambio, un viaje sobre en cuatro ruedas con destino a la introspección. Y el camino no es precisamente en línea recta.
A diferencia, quizás, del cine comercial occidental, donde la prioridad es la emoción de un cine blockbuster, el cine de Ryusuke Hamaguchi intenta volver a estos planos clásicos del cine japonés. Pero la sensación está, no en que estén pasando muchas cosas a la vez, sino en el detalle perfecto en su momento, justamente en esa imposibilidad, de la hipervelocidad de una sociedad capitalista.
Detenerse. Quedarse. Las conversaciones, los espacios mudos. Da cierto peso dramático, en esta puesta de escena metateatral, en el que el poder esta en las palabras, para poder crear emociones, con los gestos y los movimientos, que encierra la narrativa en que tras la muerte, la vida busca seguir caminando.