La familia Skov está dividida. Su hijo Aksel, que se unió a la Resistencia, ha pasado a la clandestinidad y -de ser un simple joven idealista- se convierte en un partisano empedernido. Karl (el patriarca) lucha por el trabajo de su vida y, cuando el gobierno de coalición se derrumba, se encuentra de repente sin apoyo político. Por ello, debe tomar todas las precauciones para asegurar un futuro a su familia. Esto tensa aún más su relación con su mujer Eva, que siempre ha tenido dificultades con la cooperación de su marido con las fuerzas de ocupación anzis. La creciente resistencia al invasor y la creciente brutalidad de los alemanes tienen consecuencias fatales para los Skov.