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    BeniDolç Villaescusa
    BeniDolç Villaescusa

    119 usuarios 137 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 6 de junio de 2022
    Película italia del 2021, de una duración de 117 minutos, con una valoración de 4/10, bajo dirección de Leonardo di Costanzo y guión de Bruno Oliveiro y Valia Santella, con un presupuesto de 673.0000. Drama carcelario.

    Rodada entre los muros de la vieja y ruinosa cárcel de San Sebastiano en Sassari Serdinia, Cerdeña. Pone en pamtalla un discurso humanista, conciliador y compasivo a propósito de la relación y las fricciones entre los funcionarios de prisiones y un puñado de presos obligados a convivir durante unos dias de forma ecepcional en pleno proceso de dar de baja total del centro penitenciario, a la espera de órdenes sobre el definitivo traslado de los últimos presos, que en teoria son los mas conflictivos.

    En el centro de la historia, el gran Toni Servillo que encarna al jefe de la cuadrilla de funcionarios, y el no menos grande Silvio Orlando un capo mafioso que parece liderar al variopinto, intergeneracional y multicultural grupo de presidiarios siempre al borde del motín, y el careo entre ellos.

    Leonardo Di Costanzo erige un largometraje comedido, pero honesto, que sigue los pasos de un grupo de oficiales y presidiarios que deben permanecer en una cárcel desamparada mientras esperan a ser reubicados. Un superficial trámite burocrático plantea la difícil labor de mantener a raya a los criminales para evitar una revuelta. Paradójicamente, esto termina diluyendo fronteras y creando puntos de unión entre personas que, en un principio, no tienen nada en común.

    Hay tanta cautela en la dirección de Di Costanzo que la película rara vez alcanza el pulso que se espera de su palpitante escenario, y las tramas que involucran a ciertos personajes -en particular a los presos de origen musulmán- quedan sin explorar. Es una agradable oportunidad de ver una película que no utiliza las típicas escenas de violencia extrema o caos, presentando el ambiente como controlado y real y una atmósfera más solemne que se caracteriza por la lenta rutina de vivir en una prisión sin más. 

    Nos mantiene de forma engañosa en una tensión, que nos lleva pensar en una revuelta dirigida por el mafioso penado, ante la justificacion de la comida, o la eliminacion prevendas, llevandonos en direccion contraria.

    Tecnicamente el uso de una fotografía intachable, aunque en ocasiones un tanto artificial y poco naturalista, junto con una iluminación apagada y una banda sonora un tanto simple, pero contundente, se potencia el tono de dejadez, abandono y claustrofobia del relato.
    Rodada íntegramente en una prisión real, la película se toma su tiempo para narrar los hechos. No se apresura y se focaliza en un cine de miradas y de pocas palabras, cosa que, al mismo tiempo, puede llevar a una sensación de densidad y pesadez en la trama.

    Quizá lo más destacable sea la interpretación en un duelo de titanes entre lToni Servillo y Silvio Orlando, veteranos del cine italiano. Ambos realizan un trabajo teatral en sus careos impecable, encarnando a un guardia impasible y a un recluso sagaz. Sus personajes ponen en entredicho lo absurdo que pueden llegar a ser la situación en la precariedad del momento, y las normas, cuando la oportunidad de la reinserción social ya no existe. Dos personajes de pelo blanco opuestos encarcelados en su vejez.
    Asimismo, ambos se asientan como el vehículo hacia un punto de entendimiento y concordia que se materializa, especialmente, en la secuencia en la que los guardianes y cautivos compartiendo mesa. Este hecho evoca, de manera palpable, al episodio evangélico de La Última Cena.

    A pesar de la exquisitez y honestidad del guion, así como la oda a la convivencia y la comprensión, es imposible no percibir un aura melancólica y tremendamente triste sobre la historia. La cárcel se erige como un embrollo del que sus habitantes no pueden escapar. Por unos pocos días comparten un estado de limbo, que sirve como una válvula idílica e incluso onírica. No obstante, los protagonistas pronto regresan a la realidad de las jerarquías y arbitrariedades. Los hombres de San Sebastiano están condenados, literal y metafóricamente, a una vida de desconcierto y reclusión.
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