Chris (Charlie Sheen) es un joven e inexperto soldado norteamericano es enviado a la frontera entre Vietnam y Camboya para incorporarse a un pelotón, en pleno frente de batalla contra las tropas norvietnamitas. Además de la crueldad de la guerra, tendrá que sufrir las difíciles relaciones con sus camaradas... Oscarizada primera entrega de la trilogía de Stone sobre la guerra de Vietnam.
Oliver Stone aúna su propia experiencia como soldado de Vietnam en una de sus obras maestras. Un talento descomunal para el guión y para lo visual, cada plano es una delicia. Visualmente es potentisima, un manejo de cámara tremendo acompañado de unos encuadres brutales. No es una obra que necesite escenas de grandes explosiones o con sangre en exceso para remarcar la crudeza de Vietnam. Lo hace mediante detalles como los bichos corriendo por el cuello de nuestro pelotón, el peligro constante de las serpientes, el clima extremo o las duras noches de guardia donde hay que dormir sentado en el fango. Dormir tres horas, tener los pies destrozados de andar, estar todo el día cavando trincheras, ver a tus compañeros cometer atrocidades pero aún así dar la vida por ellos. Y no es una película con tintes heroicos, no hay nadie con ese espíritu, todos tienen miedo, todos han estado cerca de la muerte, todos quieren volver a casa y ninguno quiere poner su vida en riesgo.
"Llevamos tanto tiempo dando patadas en el culo a la gente que ahora nos toca a nosotros". No glorifica a Estados Unidos, de hecho se presenta como un ejército desesperado, mal organizado y lleno de corruptelas.
Son todos unos miserables, no tienen estudios ni futuro, su verdadera batalla será si vuelven de Vietnam, tendrán que buscar su sitio y "si tienen suerte podrán terminar trabajando en una fábrica". Nuestro protagonista dejó la universidad para ir a batallar, le parecía injusto que fueran los pobres y los ricos se quedaran en sus casas, y al principio no podía creer lo deshumanizante que todo es ahí y la crueldad de ambos bandos, es un número más arrojado en el campo de batalla, junto con los miserables pobres que serán sus compañeros, condenados a una vida de desgracia pero sintiéndose héroes por un instante mientras luchan por su país, "como sus padres y abuelos hicieron". Pero poco a poco él también va perdiendo esa cordura y ese miedo ligado a la razón, se va deshumanizando hasta convertirse en una bestia más de la guerra, y quien al ir a casa, deberá luchar la más dura de sus batallas, la que tendrá consigo mismo después de todo lo vivido. Una crítica impresionante y muy inteligente hacia la guerra, los líderes de esta, los corderos que llaman soldados y que son enviados a lo desconocido y hacia las secuelas permanentes que estos tendrán, sumado a que han ido a dar la vida por un país que al volver no les asegura nada.
Diálogos punzantes y ácidos, unos personajes trazados a la perfección, todos partícipes del mismo pelotón que se halla dividido en dos; los que apoyan/toleran al sargento Burns, un impresionante Tom Berenger, quien ha encontrado la paz en ese nihilismo que la guerra provoca, en una sociedad que ha impuesto las reglas de la vida y la muerte, él crea las suyas propias, es tiránico y un psicópata capaz de traicionar al que se interponga, y movido por un profundo racismo quizás surgido o incrementado a raíz de la guerra. (El racismo es un tema a tratar a lo largo de toda la obra, ya sea con los soldados afroamericanos o con los vietnamitas). Y por otro lado al sargento Elías, un tremendo Willem Dafoe, que tiene una visión más humana acerca de la muerte y entiende que pese a todo deben ser un equipo porque su propia supervivencia depende uno del otro. Y tiene también una visión más realista sobre la guerra de Vietnam, en una época donde la nación entera era engañada por los medios, quienes alegaban estar ganando la contienda, el sargento Elías confiesa que esta vez no se repetirá la historia.
Los personajes de color representan a aquellos que en su momento eran reclutados para "limpiar las calles", como si sus vidas no contaran lo mismo. Donde vemos a un enorme como siempre, Forest Whitaker. No tiene tanta participación como otros pero cada vez que habla te quedas embobado escuchando. Y para ese entonces tampoco era una cara tan conocida. Al igual que un jovencísimo Johnny Depp, quien asomaba su rostro de forma escueta en la obra.
Y nuestro protagonista, un también joven Charlie Sheen, quien llega como un inexperto e ingenuo soldado y quien deberá elegir bando entre los dos sargentos. Y tras vivir y ver lo innombrable, alcanza la madurez moral que antes de la guerra no tuvo al alistarse, y se decide a sentenciar como sólo la guerra sabe. Todos han llegado por error o por desgracia, nadie quiere ser el héroe ni tener medallitas, y todos acaban siendo monstruos disfrazados de mártires. Y nuestro protagonista al final, termina por irse como aquellos soldados que veía nada más llegar, heridos, cansados y con la mirada perdida. Impresionante la obra. 9'7