Película USA del 2024, de una duración de 180 minutos, con una valoración personal de 6/10, dirigida por Kevin Costero, con guión de Jon Baird, con un presupuesto de 100 millones.
Una película rivesionista del colonialismo del oeste estadounidense, tres largas horas que lejos de su discurso sociales y morales las panorámicas parecen ser lienzos impresionistas de Charles Marion Russell, es un western que pierde su registro de epicidad entre un ritmo accidentado y personajes artificiosos que transitan por terrenos comunes sin ningún rastro de pujanza, donde anticipo con facilidad algunas de las situaciones argumentales que se plantean con cierta dejadez. La trama se sitúa primero en el año 1859 y sintetiza un conflicto mayor a través de varias historias varios y personajes:
Una madre y la hija que sobreviven un ataque Indio y son rescatadas por los soldados unionistas de un fuerte.
Un vaquero solitario y comerciante de caballos, que escapa con una prostituta teas verse envueltos de una vieja venganza.
Los indios apache que defienden su territorio y los colonos que invaden.
Unos bandidos que matan indios por negociar por cabelleras.
Un llanero que dirige una caravana por el camino de Santa Fe mientras son acechados por exploradores pawnee;
Una pareja británica que anota la travesía en sus diarios.
Todos estos personajes, que son colocados como estereotipos, integrandose en la narración con unas motivaciones personales que, en su capa de obviedad, funcionan para interrogar la moralidad del oeste en una época turbulenta marcada por la violencia contra las comunidades indígenas, los prejuicios raciales y los conflictos territoriales como antesala de la Guerra Civil, en una nación dividida que apunta a la ruta de la política expansionista impulsada por las raíces colonialistas. El problema fundamental radica, no obstante, en el hecho de que los personajes están constituidos con un desarrollo pobre que reduce sus acciones a conversaciones pueriles, caminatas por el pueblo, los tiroteos anticipados y paseos a caballo por las praderas que solo responden a descripciones anodinas que rellenan el metraje inútilmente, cuya poca sustancia queda manchada por la tinta de los estereotipos comúnmente asociados al viejo oeste de carácter fordiano, con escenas delineadas con cierta gratuidad, en una serie de subtramas que permanecen situadas en unos barullos irresolubles que no van a ninguna parte en específico por la falta de cohesión interna que habita el núcleo estructural del guion. Este revoltijo solo consigue que el argumento tropiece constantemente y se vuelva aburrido cuando traza su límite entre los héroes y los villanos., y que nos podamos sentir un tanto perdidos al menos su primera hora.
En este sentido, las actuaciones del reparto son aceptables porque al menos cumplen con el factor de funcionalidad de describir lo que sucede, pero a veces me asalta la sensación de que todos tienen trasfondos inconclusos que esperan ser explorados adecuadamente para justificar sus acciones.
El punto de solidez se encuentra, por otro lado, en la forma en que Costner refleja la atmósfera de los horizontes lejanos a través de los decorados realistas, el vestuario de época, la reproducción auténtica del período y los paisajes absorbentes de diversas topografías espaciotemporales que se magnifican con el uso del gran plano general. Su fotografía es a veces impresionante y la recreación del periodo en el que se basa es intachable, contándose asimismo los usos y costumbres de los indígenas y de los nuevos pobladores de una manera cruda y creíble.
Además viene acompañada por una banda sonora de John Debney que acentúa los pocos momentos de intensidad con su música orquesta, pues refuerza nuestra idea del formato serie, ya que hay dos piezas, al principio y al final de la cinta, que destacan sobremanera respecto al resto, donde la banda sonora se coloca entre lo puramente ambiental y lo inexistente, puesen la del final nos prepara para seguir en una nueva entrega, la cual esperamos sea más concreta y menos larga.