Crítica de SensaCine.com para Que nadie duerma: Entre lo cotidiano y el surrealismo

Nunca es fácil adaptar una novela a un formato cinematográfico y conseguir un buen resultado. Mucho menos trasladar al cine una historia tan compleja como la que Juan José Millás desarrolla en Que nadie duerma, donde se mezcla realidad y ficción en líneas muy difusas. Por eso, que el director Antonio Méndez Esparza haya conseguido una película tan interesante partiendo del libro de Millás, es todo un logro.

Que nadie duerma se estrena este 17 de noviembre en cines con Malena Alterio dando vida a Lucía, una programadora informática que se pasa a taxista después de ser despedida. Esta decisión vital le lleva por caminos que no esperaba y se sumerge en un bucle hacia el abismo del que no puede salir. Alterio interpreta a esta mujer desde la humanidad total, dándole un empaque interpretativo muy destacable y provocando que el espectador quiera estar con ella incluso en sus acciones más cuestionables. En ella está el foco de la acción y se mantiene de manera espléndida.

La película se mueve entre lo cotidiano más castizo y el surrealismo, dejando al espectador en un estado onírico en el que no puede apartar su atención de la pantalla. Méndez Esparza realiza un ejercicio delicado y muy equilibrado, que alberga al mismo tiempo momentos realmente agresivos con la vulnerabilidad de la protagonista y de la vida, en general. Una cinta desconcertante, cautivadora y muy potente.