Crítica de SensaCine.com para Sangre en los labios: Hulka y las tóxicas

Podríamos resumir Sangre en los labios como un 'thriller' policiaco, erótico, ambientado a finales de los 80 y ambientado en algún rincón mugriento de Nuevo México. Y, sin embargo, está repleta de secuencias de fantasía, montajes de entrenamientos que se suceden a la perfección en escenas de sexo subidas de tono y erupciones periódicas de sangre tan impactantes que dejan al respetable boquiabierto.

La directora Rose Glass, que escribe el guión a cuatro manos junto a Weronika Tofilska, toma elementos de El cartero siempre llama dos veces (1981) y de Thelma y Louise (1991), pero se da el gustazo de llenar su obra de elementos de cine fantástica, en los que la protagonista (una musculada Katy O’Brian) demuestra poderes que parecen de una película de Marvel. Con el subtexto del consumo de esteroides en los concursos de culturismo, detalles de finales de los 80 -desde las advertencias sobre el sida hasta las noticias sobre la caída del Muro de Berlín- pasando por toda la cultura corporal del "¡ponte en forma!"

Estamos ante una cinta romántica de cine negro, una alocada 'road movie' desenfrenada, que homenajea tanto a David Cronenberg como a David Lynch. Cargada de eróticos planos de los músculos engrasados de Jackie . Y el resultado es de lo más singular: una obra orgullosamente ‘queer’, desquiciada por momentos, y que posee una seguridad en sí misma tan fuerte como el salto al vacío que propone y en la que muchos espectadores no entrarán. Yo estoy dentrísimo.