"Magic" es un aceptable e interesante drama sobrenatural, dirigido por Richard Attenborough y protagonizado por Anthony Hopkins.
Corky, un desconocido ventrílocuo finalmente encuentra la oportunidad que esperaba para triunfar cuando su representante artístico Ben Greene le ofrece un contrato televisivo. Sin embargo, el muñeco, que pareciera tener mente propia, no le facilitará las cosas. Los orígenes de este algo olvidado y reivindicable thriller psicológico se remontan a 1976 cuando el gran escritor y guionista William Goldman, que venía de ganar su segundo Oscar al mejor guión con "All The Presidents Men" (1976) de Alan. J. Pakula, vendió los derechos de su reciente novela "Magic" (1976) al legendario productor Joseph E. Levine ("The Lion In Winter", 1969), cifra que incluía la contratación del propio autor como adaptador del libro. Inicialmente, Levine había sondeado al canadiense Norman Jewison ("Jesuschrist Superstar", 1973), quien quería a Jack Nicholson como protagonista, sin embargo, el reciente ganador del Oscar al mejor actor por "One Flew Over The Cuckoos Nest" (1975) de Milos Forman, rechazó la oferta. Steven Spielberg, por su parte, mostró interés en dirigir el film y propuso al gran Robert De Niro como actor principal. Con todo, finalmente, Levine decidió finalmente darle la dirección a Richard Attenborough, futuro doble ganador del Oscar al mejor director y película con "Gandhi" (1982), quien había dirigido recién "A Bridge Too Far" (1977) con Levine y Goldman, también. A grandes rasgos, una de las claves narrativas de "Magic" (1978) está evidentemente en la ventaja de que sea su propio autor quien guionice la historia, en la cual logra mantener gran parte del suspenso sobre la diabólica influencia que tiene Fats en Corky, que es, al fin de cuentas, el gran interés de la novela.
De hecho, una de las cuestiones más complicadas de trasladar al guión era precisamente la identidad de Fats, que en la novela Goldman logra ocultar durante más de la mitad del libro, revelándola recién en la tercera parte, luego de que sus descripciones y actos simularan ser los de una persona real, con algunos insertos del mismo diario de Fats. Para el guión y la película, esto claramente no funcionaría y Goldman optó por presentar en forma temprana a Fats como lo que es, un simpático, aunque atrevido muñeco que Corky recientemente ha estrenado con éxito en pubs y cabarets, para revitalizar sus otrora aburridos y predecibles espectáculos de magia. Este punto que hubiese significado un gran paso en falso, es sorteado eficientemente por Goldman hay que decirlo, pero claramente es cuestión de que se valore en su contexto cinematográfico temporal. Porque el efecto de ambigüedad que la cinta expele en gran parte de su primera parte respecto a Fats y Corky, aunque en su segunda parte evidentemente abandona dicha premisa, podría parecer a ojos de un espectador actual bastante predecible. Ello no es de extrañar porque hasta fines de los 70, las pocas veces que el cine fantástico y de terror había sugerido la presencia de muñecos diabólicos había sido siempre desde una perspectiva ambigua y más bien de suspenso psicológico, como el quinto y último segmento "The Ventriloquist’s Dummy" del clásico "Dead Of Night" (1945) dirigido por Alberto Cavalcanti, los capítulos de "The Twilight Zone" como "The Dummy" (1962) y "Caesar And Me" (1964). Antes de "Magic" (1978), de hecho, sólo podríamos mencionar “Devil Doll" (1964) de Lindsay Shonteff y el tercer segmento de la antología "Trilogy Of Terror" (1975) de Dan Curtis con el muñeco fetiche Zuni, como los primeros en explorar un enfoque sobrenatural, antes de que Tom Holland estrenara "Child’s Play" (1988).
Dicho lo anterior, lo que realmente perturba de Fats y Corky no está en la idea de que el muñeco pudiese tener vida, que claramente no es el punto, ni tampoco en un trabajo supuestamente extraordinario de Anthony Hopkins como ventrílocuo, sino en la exposición del conflicto del yo, el ello y el superyó. El "campo de batalla" que supone el ventrílocuo Corky Withers, el yo, se refleja entre el hiperventilado Fats que es su representación del ello y el Corky nostálgico que regresa a su antiguo barrio e intenta recuperar el tiempo y tener el romance que nunca tuvo con el amor de su vida, Peggy, pero que también es el que discute y trata de mantener controlado a Fats, es decir, el superyó. De esta forma, será esencialmente a partir del momento en que Corky y Peggy viven su relación que la batalla psicológica en la mente del protagonista mostrará sus más interesantes aristas, sobre todo en cuanto a la visión que tiene Fats sobre la relación de Corky y Peggy en el que jugará un rol bastante ambiguo en cuanto a ayudar y sabotear al ventrílocuo en el triángulo amoroso con el esposo de Peggy. De hecho, los mejores momentos de suspenso del film surgen cuando el espectador no sabe qué es lo que ha decidido Corky hacer con Peggy. Es una película cuyo ritmo puede, sin embargo, ser demasiado pausado la mayor parte de la trama, sobre todo porque no explora mucho la personalidad y el carácter de Corky, ni tampoco la de Fats, lo que es una pena porque el espectador nunca sabrá que es, en realidad, Fats, si una manifestación de un trastorno de identidad disociativo, esquizofrenia o un amigo imaginario, que podrían convertirlo en un thriller psicológico al estilo "Psycho" (1960) de Alfred Hitchcock.
Por supuesto, Attenborough no es, ni por asomo Hitchcock, por lo que no es extraño que se limite a ir construyendo ambientes y situaciones ambiguas que, aunque sólidas dejan una sensación como si el film se guardase hasta el final una verdad tan impresionante como inesperada, que lamentablemente nunca se manifiesta ante nosotros. Con todo, las secuencias de Corky y Duke pescando y aquella en la que Corky y Fats visten igual cuando deciden acabar con Peggy, son notables. No obstante, el maestro Jerry Goldsmith ("The Omen", 1976) fue el designado para componer el score del filme, logrando una interesante y subvalorada partitura que bien convendría rescatar del olvido. Destaca principalmente la suite principal en la que enlaza melodías dulces con armónicas como protagonistas que se vuelven violentas con la inclusión de violines agudos, en especial cuando las personalidades de Corky y Fats entran en conflicto. Otras piezas interesantes son la inquietante "The Lake", la breve pero impactante "Dukes End" y la romántica "Appassionata" para los encuentros amorosos de Corky y Peggy. Con un presupuesto de US$ 10 millones, la fotografía principal se realizó entre enero y marzo de 1978 en Ukiah, California. La mayoría de las tomas exteriores se concretaron en el resort Le Trianon en Blue Lake en Upper Lake, California.
Las actuaciones son correctas, uno de los grandes aciertos del film es, el acertadísimo casting para los papeles de Corky/Fats y Ben Greene. Como ya señalé anteriormente, Jack Nicholson y Robert De Niro fueron los primeros candidatos para interpretar al atormentado mago/ventrílocuo, sin embargo, Anthony Hopkins resultaría ser una opción más que ideal, especialmente porque era medianamente conocido y no estaba "encasillado", por así decirlo, por haber interpretado personajes dementes como sus colegas. En un apronte a lo que sería su legendaria y emblemática encarnación de Hannibal Lecter, el futuro doble ganador del Oscar regala una actuación convincente y sólida, aunque alejada de la brillantez que luego mostraría en su carrera, utilizando a su favor principalmente su apariencia inofensiva y tranquila. Hopkins confesaría posteriormente en una entrevista que en los preparativos del personaje se llevó al muñeco a su casa para ensayar. Sin embargo, después de un par de noches llamó alteradísimo al ventrílocuo que lo entrenaba para que se llevara al muñeco, elaborado expresamente para que se pareciera al actor, el cual ya lo tenía muy nervioso. Attenborough tuvo que ir a buscar el muñeco finalmente a la casa de Hopkins. Por su parte, el gran Burgess Meredith quien se quedó con el papel luego de que el también enorme Lawrence Olivier desechara el personaje por cuestiones de salud, se despacha una soberbia interpretación como el representante Ben Greene, con la cuota perfecta entre cinismo y malicia que le personaje requería. Completan el reparto la cantante y actriz sueca Ann-Margret como Peggy Ann Snow, interés amoroso de Corky. Ed Lauter encarna a Duke, su esposo. Y para finalizar, E.J. André como Merlín, personaje que en la novela tiene mucho mayor importancia y que es reducido prácticamente a lo anecdótico. Cuenta la anécdota que tanto Goldman como Attenborough querían al legendario actor y comediante Gene Wilder para que hiciera la voz de Fats, sin embargo, Levine lo descartó completamente porque no quería que su participación le diera algún aire a comedia a la película.
En definitiva, aceptable e interesante drama sobrenatural, un film sobrio en todas sus ejecuciones técnicas. Aunque no se atreve en adentrarse en los terrenos del thriller psicológico, propiamente tal, cumple satisfactoriamente al retratar los conflictos de personalidad de su protagonista optando por perturbar con situaciones inverosímiles en lugar de especular. La película se estrenó el 8 de noviembre de 1978 y fue bien recibida por la taquilla y la crítica, que la clasificó entre las 10 mejores películas de 1978. Además, Goldman recibió un Premio Edgar de la Mystery Writers of America, al Mejor Guión Cinematográfico. Hopkins, por su parte, recibió nominaciones al Globo de Oro y al BAFTA, mientras que Meredith ganó el Premio Saturn al Mejor Actor de Reparto.
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