Gonzalo quiere ser cineasta y sueña con dirigir comedias. En 2006 sufre un accidente de tráfico que le causa una lesión medular y se queda en silla de ruedas. A los pocos días, pide prestada una cámara de vídeo y a modo de terapia comienza a filmar todo lo que le ocurre. Cuando el estado da por terminada su rehabilitación, regresa a su ciudad natal. Allí, tiene dos opciones: quedarse parado o continuar su vida en un travelling sobre su silla. Para no estar solo decide practicar baloncesto en silla de ruedas en el famoso club vigués AMFIV, y su historia da un giro copernicano. Descubre un universo nuevo para él en este deporte profesional, un mundo que aún no había sido narrado desde dentro.