Michel Camilo, director de 'Nuevo orden', compone un drama psicológico duro, crudo y sobrio donde vuelve a hablar, como en sus anteriores filmes, del dolor, pero en esta ocasión a través de la historia de amor de una pareja donde no paramos de preguntarnos desde el inicio del filme si el olvido es una maldición o por el contrario, una bendición. Saúl, un hombre con demencia prematura irreversible y Sylvia, una mujer marcada por los abusos en su infancia, son desde la perspectiva de la memoria dos extremos. A él se le escapan los recuerdos, ella no puede dejar de tenerlos. Infiernos contrarios y antagónicos, pero infiernos al fin y al cabo. ¿Y si Saúl pudiera tener la capacidad de volver al pasado y recordar su vida como Ashton Kutcher en 'El efecto mariposa'?, qué maravilla sería para Sylvia poder borrar sus horrorosos recuerdos como lo hace Kate Winslet en ¡Olvídate de mí!. Nada de eso. La redención de estas dos almas heridas reside en que puedan acoger juntas un mismo espacio donde reconocer sus fragilidades, vinculándose una mirada hacia el otro desde la franqueza de la vulnerabilidad. Pueden entonces ser auténticos, inocentes, sinceros, es en esa oscuridad donde podrán ver que verdaderamente merecen la pena, quizás no hasta el punto de ver las estrellas entre la oscuridad, pero juntos pueden al menos tener visión nocturna. Juntos, sólo juntos, pueden ganarse la ansiada tranquilidad interior.
Mención especial a la conexión tan íntima que desarrolla el dúo de actores Peter Saasrgard, que ganó la Copa Volpi al mejor actor en el pasado Festival de Venecia, y Jessica Chastain, que ejerce también como productora de la película. Lo mejor sin duda.