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    Desconocidos
    Críticas
    4,5
    Imprescindible
    Desconocidos

    Ensoñación y realidad

    por Alicia P. Ferreirós

    En el año 1987, el escritor y guionista japonés Taichi Yamada escribió una novela llamada Strangers sobre un guionista de mediana edad que entablaba una extraña amistad con sus padres fallecidos y resultó ser uno de sus trabajos más aclamados. 35 años después, la historia de Yamada se convirtió en el medio de transporte para que el cineasta británico Andrew Haigh abordase una idea que llevaba mucho queriendo abordar en una de sus películas, pero para la que todavía no había encontrado el catalizador perfecto.

    Con Desconocidos -All of Us Strangers en su título original-, Haigh vuelve a apostar por la adaptación de una novela tras hacerlo en sus anteriores trabajos 45 Years (2015) y Lean on Pete (2017), pero no ha dudado en describirla como su película más personal. Un filme que ni siquiera el propio director se atreve a clasificar en un género, pero que transita entre la fantasía y el drama y que es a la vez una película de amor y una historia de fantasmas.

    Protagonizada por Andrew Scott -inolvidable por su papel en Fleabag y el Profesor James Moriarty en la aclamada serie Sherlock de BBC- y por la estrella emergente Paul Mescal (Normal People, Aftersun, Gladiator 2), Desconocidos es la historia de Adam (Scott), un escritor en pleno bloqueo creativo que acaba de mudarse a un aislado bloque de apartamentos en Londres y que trata de escribir sobre su infancia. Aún con muchas heridas abiertas, Adam siente la necesidad de regresar a la casa en la que creció, donde vuelve a encontrarse con sus padres fallecidos, que tienen exactamente el mismo aspecto que cuando los vio por última vez. De forma entrelazada a las visitas, que siguen repitiéndose en el tiempo y le permiten expresar cosas que llevaba dentro desde los 12 años, Adam conoce a su único y solitario vecino, Harry (Mescal), con quien que establece un vínculo cada vez más cercano y acaba protagonizando una tierna historia de amor.

    Inmersa de principio a fin en una atmósfera a caballo entre la ensoñación y la realidad, Desconocidos solo necesita cuatro personajes para sostener la historia: a Scott y Mescal les acompañan Claire Foy y Jamie Bell en la piel de Mamá y Papá, respectivamente, y, entre los cuatro, conforman el ingrediente principal para que la película sea redonda: unas brillantes interpretaciones al servicio de un guion, también escrito por Andrew Haigh, que se sustenta en la belleza de los pequeños momentos. Conversaciones profundas que ejercen un poder terapéutico, sanador y liberador para Adam y que al mismo tiempo permiten a Andrew Haigh explorar la experiencia del colectivo LGBT de su generación y los miedos y dificultades del autodescubrimiento.

    Una historia de amor, pero también de duelo, nostalgia y soledad. Tan tierna y sincera pero al mismo tiempo tan triste y descorazonadora que nos duele, pero que al mismo tiempo consigue ser una auténtica joya de la mano de interpretaciones brillantes, una atmósfera que nos hace constantemente dudar qué es real y un inteligente guion lleno de subtexto que le asegura a Desconocidos el título de ser una de las mejores películas del año y, por supuesto, la gran obra de Haigh.

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