Una comedia insípida
por Rodolfo SánchezAutor de obras como Tocando el viento, Little Voice o El niño con el pijama de rayas, el director británico Mark Herman debutó en 1992 con Échele la culpa al botones, quizá su obra menos conocida y de cuyo guion también es responsable. Se trata de una comedia muy menor que aunque posee momentos más o menos conseguidos, en conjunto, no logra ser esa comedia loca que pretende. Con un hotel veneciano como decorado y con una narración episódica y basada en diferentes personajes, a cual más pintoresco, Herman intenta en Échele la culpa al botones crear una comedia de aliento muy clásico que rememore la screwball comedy con un toque actual, sin conseguir en algún momento sus intenciones. Y el problema reside, principalmente, en que Herman parece no haber entendido que la comedia no es solo un asunto de gags y diálogos ingeniosos, sino sobre todo un asunto de ritmo. Y su película carece totalmente de este, a pesar de tener una duración breve y más accesible para ello. Por otro lado, hay a su vez un deseo de potencia la presencia de Dudley Moore, actor cómico que una vez fue una gran estrella pero poco a poco fue apagándose. Esta fue su última película.
A favor: Aunque no está a la altura de sus grandes interpretaciones, Dudley Moore.
En contra: Su total falta de ritmo.