EL PROFESOR QUE YO HUBIERA QUERIDO
Volvemos a los 30, dónde todo era crudo, y terrorífico, ya un poco más de una década antes se había experimentado la 1a Guerra Mundial, e iban, a partir de 1936 hasta 1939, a experimentar una Guerra Civil. La esperanza, desde todo lo sucedido anteriormente, ya era escasa, y se vivía con terror, respetaban a la marginación y la obedecían, tanto como la censura. Solo existía el miedo. Pero, personas como Antoni Benaiges eran las que se necesitaba en la sociedad, esas personas que daban inflexión a un sistema político que no se puede aceptar, a esas cabezas engañadas, y no muy pensantes que contradecían las grandes verdades del maestro republicano. En una época llena de censura, de maltrato físico y social, sin derechos y esclavismo, y asesinatos en contra del libre pensamiento.
Antoni Benaiges era un profesor catalán y republicano que enseñó a un grupo de alumnos en un pueblecito cercano a Burgos, ‘Bañuelos de Bureba’. Utilizaba un sistema de enseñanza que, ya me hubiera gustado utilizar yo, llamado ‘Freinet’, pues aprendían con una imprenta a escribir, y también a leer, creando cuadernos en los que ellos mismos escribían y trabajan en equipo, contaban en esos cuadernillos lo que ellos querían, así de tal manera ayudándoles a expresarse, pensar y reflexionar (estos tres factores son mucho más importante que algunas cosas que se estudian obligatoriamente hoy en día, pero ya sabemos cómo de mal funciona el sistema), y Antoni solo les ayudaba a corregir los escritos.
Él hizo la promesa de llevar a sus niños a ver el mar catalán por primera vez, después del costoso esfuerzo y paciencia que tuvo para que tales padres de mentes cerradas por fin aceptaran la propuesta. Pero los primeros días de la Guerra Civil, empezada el 17 de julio de 1936, Antoni fue capturado y torturado, y poco rato después desaparecido por un grupo de militares falangistas. No se supo nada de él jamás, hasta 2010 por una fosa común en La Pedraja, cerca de Burgos, aunque no se encontró rastro de él.
Su historia es terrorífica, triste y bella, al igual que el guion. Se trata todo con cierto respeto a su esencia, al dolor de esas incógnitas, pero también con emotividad, sentimiento hacía alguien excepcional, con cierta gratitud. Patricia Font dirige El maestro que prometió el mar con admiración pero suavidad, y me la tomo con algo de didactismo (arte y ciencia), que en ésta época echo en falta.
Con el segundo visionado encuentro forzados y menos entretenidos que el primero las secuencias de Laia Costa como Ariadna, en la búsqueda biográfica de Antoni, por su abuelo, Carlos, que fue alumno del profesor. Y me sabe fatal decirlo, ya que Laia es de mis actrices favoritas, que también hace un papel increíble junto al grande de esta historia: Enric Auquer, todo con una suavidad y esplendor, y con una ternura hacía las emociones que se sienten al ver este gran profesor con sus discípulos. Recordará a La lengua de las mariposas y también a John Keating de El club de los poetas muertos. Éstas tres son un buen crossover para utilizar todos los pañuelos posibles y eliminar esa furia que contengo dentro y que me rompe al pensar en estas atrocidades. Ojalá hubiera tenido un profesor como Antoni Benaiges, y que le hubiera tocado un destino menos triste e injusto.
-RICHIE VALERO