En una carrera contra el reloj, la científica Alexandra es obligada a elegir cómo pasar las próximas horas: enfrentándose a un drama familiar crítico o tratando de dar respuesta a una de las preguntas más importantes de la humanidad.3
MI FELICIDAD EN EL PEOR MOMENTO TOMADA POR ESCÉPTICOS
Sueño y reflexiono. Sobrevivo y respiro. Aguanto y me desequilibro. Pero vuelvo a levantarme pensando en buscar una de esas respuestas más allá de nuestra humanidad, de nuestra existencia junto a la de este planeta. Sí, estoy rodeado de un mundo de escépticos, ignorantes y vagos, que contienen un sigiloso egoísmo en cada hueco de su mente sin que muchos de ellos lo perciban, pero yo sí que lo noto, y me horroriza saber que ese egoísmo evite un nuevo futuro para nosotros y para ‘ellos’, para el planeta y la ciencia también, evite cualquier novedad por miedo a saber que hay ahí afuera, evite creer que lo hay y que podremos saberlo (o eso espero), y que no son tonterías que no nos sirven. Creen que gente cómo yo vivimos en nuestros mundos irreales, pues sí, esos mundos son los que me mantienen vivo. Hacen que me den ganas de respirar, esperando y buscando algo nuevo y mejor que esta mierda que solamente destruimos contínuamente. No he venido a este mundo para tener una vida normal y tranquila (estudiar, formar una familia, tener un trabajo fijo y conseguir una pensión decente para la jubilación). No quiero esas mierdas, que quizá pueden salirte mal cómo pueden hacerte la persona más feliz. Quiero nuevas cosas, quiero aportar mi granito de arena para el futuro y la mejora de todo, y descubrir todo lo posible de esa tormenta terrorífica de ahí afuera que podría destruirnos, quizá lo harán, pero quiero saberlo, o que lo sepan nuestros descendientes.
Alexandra, te entiendo perfectamente, son dos momentos de máxima tensión que tu y yo vivimos a tiempo real sin parar esa cámara. Un extraterrestre de Antares cuya irritante apariencia aún la imaginamos igual te mensajea a tu cutre observatorio de escasos recursos y sin tiempo de uso comparado con los otros de Europa, mientras que tu padre está a punto de irse a una vida que tampoco conocemos de la que estoy intrigado. Son dos momentos que muy probablemente no vuelvas a experimentar jamás, la llamada de un alienígena (no sabemos cuándo volvería a pasar) y la de tu padre antes de morir. ¿Qué deberíamos hacer? ¿Eliges despedirte de tu padre orgulloso de lo que haces? ¿Prefieres acabar con el asunto de la llamada extraterrestre que podría ser el mayor avance científico de la historia de la humanidad?
Son preguntas pesadas, agotadoras y sin respuesta, que se suelen responder sobre una idea clara y fija egoísta y escépticamente, cómo ya he dicho antes. Pero aquí el director Luis Tinoco nos vuelve a dejar en dudas entre estas dos opciones. Aún así yo sé que haría, y vosotros ya deberíais de saber mi elección.
Necesito ya esas respuestas, necesito a personas cómo Alexandra Baeza, con esperanza, imaginación, entusiasmadas por el descubrimiento y la felicidad que da, que es la única que me serviría. Acordaros de mí por sí nos ocurre algo de todo esto a alguno de nosotros.
RICARDO VALERO, AGOSTO 2023, ESPAÑA.