Horror fílmico
por Rodolfo SánchezJennifer Chambers Lynch, hija de David Lynch, tuvo en 1993 uno de los debuts cinematográficos más bochornosos que se pueda recordar con Mi obsesión por Helena, película que nació ya con polémica cuando Kim Basinger, que había firmado el contrato para participar en ella, decidió no hacerlo debido a las escenas de sexo. Fue sustituida por Sherilyn Fenn, por entonces muy conocida gracias a su participación en la serie Twin Peaksk, acompañando al siempre inefable Julian Sands. Entre ambos se ocupan que Mi obsesión por Helena sea aún peor, aunque su directora y guionista ya se ocupa de que el material, tan bueno como otro cualquiera, acaban dando forma a una obra estéticamente fea, narrada a pedazos, visualmente pretenciosa y, a la larga, convencional. El concepto de Lynch sobre la perversión parece basarse en una sucesión de secuencias de alto contenido sexual (muy de la época: en los noventa proliferaron mucho los thrillers eróticos) y algunos apuntes sobre la obsesión masculina alrededor de una mujer que acaban siendo francamente ridículos. Así se desarrolla una película que en otro tiempo habría servido para alimentar las estanterías de los video clbus sin pasar por el cine pero que, sin embargo, fue incluso estrena y comentada a pesar de ser ridícula.
A favor: Nada en absoluto.
En contra: Absolutamente todo, con mención a la presencia siempre imposible de Julian Sands.