La elegancia de vivir con el alma.
Generalmente los remakes nunca me convencen porque suelen ser peores en todos los sentidos en mi opinión, pero este caso es completamente al contrario. Es uno de esos casos poco frecuentes en los que la reinterpretación no solo se sostiene por sí misma, sino que termina siendo más estimulante que el punto de origen. No es especialmente fiel al estilo, pero sí que se basa en los fundamentos principales de la trama. Es lo mismo que nos presentaron en la versión italiana pero con otro pulso, otro tono y otra sensibilidad.
No traiciona 'Perfume de mujer', sino más bien la reformula. Esta versión opta por la elegancia y una relativa suavidad. No se pierde profundidad; incluso se advierte más claro el mensaje: invitar al espectador a empatizar con una figura rota, viviendo la vida desde un lugar más visceral que racional. Vivir con el alma y no con la mirada.
Al Pacino tiene una presencia arrolladora, apropiándose casi del encuadre y del ritmo. Sabe construir tan bien un personaje que piensas que puede estar realmente ciego. Chris O'Donnell se suma a esta intensa dinámica interpretativa y se complementan mutuamente. Representa una figura más contenida, más terrenal y con energías distintas, propias de alguien que empieza ahora en la vida. Interpretaciones tan afiladas y carismáticas que pides más minutos de metraje, a pesar de no ser de corta duración.
La puesta en escena es inteligente. Martin Brest demuestra un control absoluto del tono, sabiendo dónde contenerse y cuándo dejar que las emociones respiren. Todo funciona por los personajes, claro. No alcanza ni mucho menos la crudeza explícita con la que enmarcó Vittorio Gassman su obra italiana, pero a cambio de eso gana humildad y accesibilidad a las emociones humanas.
'Esencia de mujer' trasciende su condición de remake para convertirse en una versión cinematográfica con identidad propia. Una película que nos habla de cara, con honestidad y con una visión hermosa de lo que llega a sentir uno al vivir de verdad y reconciliarse con el mundo que lo rodea. No solo es una historia magníficamente contada, sino también es una experiencia profundamente humana. Y por eso, sin exagerar ni lo más mínimo, se convierte en una película obligatoria de ver, al menos, una vez en la vida.
Aclaro que mi opinión parte de una consideración como película en sí misma, ya que al no leer el libro en el que se basan ambas películas -porque no lo tengo-, no puedo realmente valorar la fidelidad de éstas. Aun así, su impacto es incuestionable.