En plena Segunda Guerra Mundial el ejército alemán se expande por media Europa, incluida Rumania, donde no es demasiado bien recibido. Así que una unidad blindada de las tropas nazis destinada a ocupar y pacificar los Cárpatos, ante la posibilidad de ataques de la resistencia local, toma la decisión de ocupar una antigua fortaleza para que les sirva de refugio. De nada valen los avisos de los habitantes del lugar para que no se adentren en ella, su jefe Kempffer ordena que se la aseguren y además, en su política de llevarse todos los tesoros artísticos que encuentran, roban unas cruces de plata que hay en cada una de sus paredes. No se imaginan que ese castillo se construyó no para defenderse de un ataque externo sino para guardar a una criatura diabólica que ellos han despertado. Solamente hay un hombre (o algo superior) que puede detener este demonio, Glaeken Trismegestus, un viajero que nadie conoce.