Tras recibir el devastador diagnóstico de una enfermedad terminal, Claudia toma la valiente decisión de emprender su último viaje a Suiza, donde una asociación de suicidio asistido le permitirá decidir cómo y cuándo terminar su vida.
Su esposo Flavio, su compañero inseparable durante más de cuarenta años, decide unirse a ella en este viaje sin retorno, compartiendo sus últimos momentos y brindándole el apoyo necesario en esta difícil travesía. Mientras tanto, Violeta, su hija, se convierte en una mediadora involuntaria entre sus padres y los aspectos prácticos y emocionales que dejan atrás.