'Cadena perpetua' pero al revés
por Tomás Andrés GuerreroCuando Rodrigo Cortés presentó su última película en el Festival de Sitges, expresó: "Si llegan con una idea preconcebida sobre este filme, déjenla a un lado. Es como entrar a los baños de una cárcel; simplemente déjense llevar". La historia de Escape sigue a un protagonista que se encuentra perdido, sin rumbo y sin a quién recurrir, convirtiéndose en un simple número, un desamparado. El director gallego lo retrata a través de una serie de paradojas constantes.
La confusión se intensifica al observar escenas que parecen casi teatrales, como si fueran instalaciones que carecen de un significado claro, dejándolo todo a la interpretación del espectador. Este es un hombre cansado de tomar decisiones, que carga con una tragedia que pesa como el fardo más pesado de la existencia, y su único deseo es ser encarcelado. Se pregunta: “¿Qué más tiene que hacer un hombre honrado para que lo metan en la cárcel?”. Este planteamiento resalta su desesperación y el absurdo de su situación, llevando al público a reflexionar sobre la naturaleza de la justicia y el anhelo de redención.
De eso trata esta película: de un mundo al revés, donde se construye un túnel para ingresar a prisión, donde se anhela escapar para evitar que te obliguen a salir, donde el olvido se convierte en una forma de recordar el sufrimiento, y donde la obstinación de no tomar decisiones nunca más se convierte en un refugio. Para comprender al personaje 'N', es fundamental apreciar el esfuerzo titánico que realiza el actor Mario Casas, quien a través de sus tics, su mirada perdida y su expresión de inocencia, logra transmitir un profundo dolor. Su interpretación se convierte en un reflejo del sufrimiento en un mundo que continúa riendo, impregnado de tristeza, cariño y una cierta inclinación hacia la locura y la torpeza.
La segunda parte del filme se ambienta en prisión, donde el choque entre la intensa locura de 'N' y la vibrante personalidad del entorno carcelario, que incluye a un alcaide excéntrico y una doctora siniestra, crea un contraste fascinante. Su compañero de celda, Julián (encarnado por un divertidísimo Albert Pla), que canta canciones de Antonio Molina de manera casual, añade un inesperado toque de humor a la narrativa. Todo esto se presenta gracias a la mirada juguetona del director y al brillante desempeño del elenco, que logran convertir este escenario en una fuente de entretenimiento agridulce y conmovedora.
El sexto largometraje de Cortés cuenta con el prestigio de la producción de Martin Scorsese. Sin embargo, a pesar de que sus anteriores obras han reflejado la influencia del director estadounidense en su estilo de montaje, puesta en escena y narración, su nueva película tiene una raíz profundamente española. Se siente claramente conectada con la comedia absurda típica de creadores como Luis García Berlanga y José Luis Cuerda.
Basada en una novela de Enrique Rubio, la película ofrece unas dosis de comedia negra y absurda magistral. Tanto en sus imágenes como en las situaciones que presenta, los diálogos, el tono y las actuaciones, todo se combina para crear una experiencia impactante. Los personajes, en muchos casos, no logran ni siquiera definirse completamente.
La tonalidad del humor que se maneja posee un sutil toque de distorsión, caracterizando ese toque de Cortés, que fusiona la amarga comicidad del sufrimiento y la soledad. Todo esto se complementa con un elenco que está en un momento brillante, entregando actuaciones memorables que elevan aún más la calidad de la obra.