Italia, finales del siglo XIX. Gemma Galgani exprime con vehemencia su vida, como lo hacen millones de jóvenes en todo el mundo. Siempre deseó ingresar en una orden religiosa, pero el Destino le tenía reservado algo mucho más importante: primero fundaría la congregación Hijas de Santa Gema y, posteriormente -en los últimos años de su vida- sería una de las primera mujeres con estigmas de origen divino a comienzos del siglo XX.