El beso de Gustav Klimt, pintado hacia 1908 en Viena, es una de las obras más emblemáticas del arte moderno, famosa por su sensualidad, misterio y el uso deslumbrante de materiales dorados. La imagen de una pareja abrazada, cuya identidad permanece desconocida, ha cautivado a millones de personas en todo el mundo.
La obra refleja la fascinación por la belleza, el amor y la intimidad, características que definen el estilo único de Klimt, que logró inmortalizar un momento de pasión y dulzura que sigue emocionando a los espectadores más de un siglo después.