"Cuando Acecha La Maldad" es un sorprendente y atrapante film de folk horror, dirigido por Demián Rugna y protagonizado por Ezequiel Rodríguez.
En un remoto pueblo de Argentina, dos hermanos descubren a un "encarnado", un hombre poseído por un demonio y que a punto de desatar literalmente el horror que lleva dentro. Sin embargo, al intentar detener la amenaza, cometerán imprudencias que acarrearán el desencadenamiento del horror en su máxima expresión. Los orígenes del film, provienen principalmente de dos fuentes de inspiración para Demián Rugna, quien ya se había hecho de un nombre en el cine de terror latinoamericano con "Aterrados" (2018), considerada de una de las mejores películas del género en años en Argentina y su participación en la antología de historias de terror «Hispanos Satánicos», junto a otros directores latinoamericanos, con su relato "Yo también lo vi". Estas fuentes serían una periodística y otra folclórica. La primera consistía en una serie de noticias sobre pesticidas agrícolas utilizados en su Argentina natal que estaban causando problemas de salud generalizados en la población local y regional. Y la segunda en antiguas creencias rurales que aún persisten en la Argentina profunda acerca de los llamados "encarnados" o "embichados", que de acuerdo al folclore local corresponderían a personas a las que se les ha metido el demonio en la carne, es decir, les han poseído físicamente. A continuación, hablaré en detalle de ello, pero no cabe duda que la clave del éxito del film es precisamente la acertada combinación de aspectos narrativos asociados a lo actual y a lo ancestral, a lo cotidiano y a lo inesperado, a lo ordinario y a lo sobrenatural.
La polémica de los pesticidas agrícolas en Argentina representa una interesante crítica de Rugna a la industria agropecuaria del país, en especial porque sugiere y denuncia una evidente apatía corporativa en relación a la salud de los trabajadores, por una parte, y de los consumidores, por otra. Que la trama suceda en un remoto pueblo olvidado, en el interior del país, da cuenta de la indiferencia y desprecio incluso que las autoridades de gobierno metropolitanas sienten por las consecuencias de sus decisiones. Este aspecto va derechamente ligado a la exploración que realiza el director de las clases sociales argentinas, desde los indigentes que se toman los campos, los peones que las trabajan para el patrón y, por supuesto, los grandes terratenientes. De hecho, una cuestión que Rugna ha dicho en forma explícita en entrevistas es su intención de retratar precisamente a estos últimos, que se sienten amenazados por el Estado cuando este «pretende» intervenir en sus propiedades, lo cual se traduce en un fuerte antagonismo, hostilidad y el temor a las expropiaciones. Hay varias secuencias del film que dan cuenta de esto y que bien vale la pena mencionar y analizar. Los protagonistas son dos hermanos, Pedro y Jimmy, propietarios menores de terrenos en un remoto pueblo, que tienen problemas de convivencia y de otro tipo con Ruíz, el terrateniente más poderoso y tirano (como todo terrateniente, claro) del lugar, que simboliza la clase social privilegiada. Como es de esperarse, cuando todos se enteran que hay un embichado en aquellas tierras, Ruíz decide hacer las cosas a su manera, es decir, de la forma más déspota y brutal, lo que a sabiendas de todos no hará otra cosa más que empeorar las cosas porque liberará abruptamente la maldad enquistada en el huésped.
Todo este sentido crítico cobra mayor sentido cuando tenemos en cuenta que el embichado es el hijo mayor de una pequeña familia que la completa una anciana y un chico, hermano del embichado, quienes se han tomado ilegalmente esos terrenos para vivir y que representan a la clase social más baja, los indigentes. Otro aspecto realmente interesante es la actitud de la autoridad policial, ineficaz, negligente y corrupta, no sólo con la investigación sobre la espantosa muerte del curador de embichados, sino con la misma víctima y su familia, meramente por su condición socioeconómica. Las creencias ancestrales sobre posesiones por entidades malignas anteceden, por supuesto, a la llegada del cristianismo a América, sin embargo, tuvieron su mayor auge y consolidación en el sincretismo de los pueblos originarios y los conquistadores en relación a la figura de los demonios. En el caso puntual de los "encarnados" o "embichados", términos que se utilizan de forma indistinta en la cinta, podríamos decir que parten del mismo principio de acuerdo a las creencias rurales argentinas, donde hay una persona poseída por una entidad maligna. En cualquier caso, un encarnado o un embichado dan cuenta de una interesante teoría sobre posesiones demoníacas, en la que advertimos un proceso de corrupción en el cual un demonio toma posesión de un cuerpo y lo utiliza como una verdadera incubadora para hacer madurar y fortalecer a la maldad. De esta forma, como si se tratara de un virus o una enfermedad contagiosa, el cuerpo del encarnado o embichado se va pudriendo y corrompiendo hasta niveles espeluznantes y brutalmente asquerosos, mientras en su interior alimenta, protege y concreta la materialización del mal en una forma humana nueva, como vemos en el epílogo de la película.
Cabe señalar que la premisa básica del film es la corrupción o putrefacción que conlleva la maldad y cómo va destruyendo no sólo al mencionado "huésped" sino a quienes están en su entorno, destruyendo de esta manera literalmente a los personajes uno a uno. El prólogo del film es impresionante y toda una declaración de principios del film, donde somos testigos de un cuerpo decapitado y partido por la mitad y más con la grotesca apariencia del embichado, un hombre que ha perdido prácticamente todo indicio de su humanidad salvo su conciencia, convertido literalmente en una bola inmensa de putrefacción y descomposición interna y externa. El fotógrafo Mariano Suárez nos da una pequeña dosis de lo que veremos más adelante en esta escena, utilizando colores amarillentos y verdosos en la habitación donde se encuentra el embichado, haciendo hincapié que está pudriéndose en vida minuto a minuto. La secuencia en que finalmente lo sacan de la casa para literalmente ir a lanzarlo a un barranco o un río es desagradable y asquerosa como pocas, pero nos va entregando pistas de qué es lo que se viene como ya mencioné, cuando Ruíz impone sus términos a la mala y permite que la maldad poco a poco vaya liberándose, contagiando y corrompiendo, como un virus, principalmente la psique de los personajes.
"Cuando Acecha La Maldad" (2023) tiene el gran mérito de ir superándose a sí misma en su actitud de impredecibilidad narrativa y respeto por los límites del horror. La verdad es que Rugna no tiene ningún empacho en controlar ni mucho menos detener precisamente la liberación del mal y lo hace sin miramientos ni contemplaciones, con un sentido del horror psicológico a plena luz del día y a partir de algo anecdótico como lo vimos en todo su esplendor en "Midsommar" (2019) de Ari Aster, película con la que comparte más que su esencia folk horror. Asistimos, entonces, a un espectáculo de horror original e impredecible, con Ruíz y la secuencia con la cabra poseída que constituye el inicio de una serie de experiencias perturbadoras que traen destrucción y muerte para sí mismo y su esposa embarazada. Luego nos encontraremos con muertes de personajes adultos espantosas como la ex mujer de Pedro arrollada por el vehículo de su nueva pareja y la curadora de embichados a golpes de martillo, secuencias explícitamente violentas. Pero si se creía que asesinar en pantalla a una embarazada, el suicidio de la mujer de Ruíz a hachazos, puede ser brutal, imagínense cuando se trata asesinatos que involucran a niños. Aunque apela también a la sugerencia, por ejemplo, con el destino del chico autista en el epílogo, siempre con un estilo crudísimo, pero en lo absoluto morboso, Rugna se despacha dos secuencias realmente bestiales y conmovedoras con niños como protagonistas. La secuencia del perro y la hija menor de Pedro es realmente salvaje, si bien no del todo impredecible gracias a su correcto uso del suspenso, pero salvaje como pocas en el último tiempo, toda una declaración de que ni los niños se encuentran a salvo en esta trama siniestra y brutal. Pero como ya decía, la película tiene la virtud de superarse a sí misma y nos regalará otra secuencia bestial cuando veamos a la poseída ex mujer de Pedro secuestrando a su hijo menor para matarlo y luego devorar sus sesos en una escena repulsiva y perturbadora al mismo tiempo.
Otra de las cuestiones que el guión trabaja muy bien es la tragedia del error. Para quienes no somos parte o tenemos algún conocimiento del saber popular sobre ciertas leyendas y mitos locales de cualquier parte del mundo, puede resultar una trivialidad, pero lo cierto es que claramente no lo es. Todas las culturas del mundo, dentro de su sistema de creencias, tienen una estructura o sistema de acciones basado en el saber popular de cómo hacer frente al mar, erradicarlo o destruirlo, el cual debe ser seguido al pie de la letra. Es increíble, parecen no tener lógica y ser antojadizas y tener ningún sustento científico, pero siguen fuertemente arraigadas en todas las culturales del mundo, especialmente el rural, como si de un dejo de paganismo se tratara. En el film no se seguirá este protocolo, por así decirlo, y cada acto que no lo siga llevará a que el mal se vaya desatando más y más y todo termine corrompido o destruido. Dentro de esta cosmovisión narrativa, a media cruza entre ficción y saber popular sobre el embichado, la película habla de siete reglas que no pueden ser obviadas ni violadas como no utilizar luz eléctrica por las sombras que atraen a la maldad, alejarse de los animales o hacerles daño, no tocar o llevarse nada de ellos porque se te pegará, no mencionar nunca el nombre del Diablo, no usar armas de fuego y, finalmente, no temerle a la muerte. La película tiene, entre sus muchas lecturas y subtramas, otros elementos narrativos dignos de resaltar todavía y que se relacionan con la maldad en los niños. A esta altura ya hemos visto cómo el mal se ha ensañado con los hijos de Pedro de forma bestial y explícita, pero como en todo orden de las cosas siempre es posible encontrar paradojas y doble lineamiento narrativo.
De esta forma, Rugna incorpora como contraparte cuando la maldad se controla a los niños o adolescentes y les hace cometer todo tipo de actos indescriptibles en contra de adultos, como en el clásico del fantaterror "¿Quién puede matar a un niño?" (1976) de Narciso Ibáñez Serrador. Primero, lo vemos en la secuencia en la que un grupo de chicos protege al embichado en el piso del teatro de un colegio y sin escrúpulos encargarse de la curadora que venía a acabar con él. Segundo, y más brutal, por medio de los adolescentes, el hermano del embichado y el hijo mayor autista de Pedro, quienes terminan siendo presas de la maldad y cometiendo canibalismo con ciertos personajes que dejan aún más profundo esa sensación de mal rollo y enfermizo que termina dejando al espectador con un sabor de boca amargo. Para mayor desolación, la última secuencia tiene una clara metáfora a la historia de Caín y Abel, el primero obligado a matar al segundo y quedando marcado errante para siempre por el mal. Aquí surge una interesante teoría sobre qué es lo que en definitiva hizo que el mal se encubara en ese perdido sector rural argentino, porque evidentemente Rugna no explicará la causa de todo este entuerto de buenas a primeras, sino que a través de metáforas y sugerencias que lleven al espectador a preguntarse por qué y a partir de qué. Esa última secuencia de la que hablo tiene de protagonistas a Pedro y su hijo autista, el primero marcado literalmente con sangre por el niño nacido del embichado y el segundo que tuvo un momento de «aparente» lucidez que, por supuesto no es tal, porque termina cometiendo una indescriptible atrocidad, lo que lleva a despertar cierto sentimiento homicida en Pedro. De esta manera, dan a entender que no es primera vez que Pedro tuvo intenciones homicidas con su hijo autista y que estas intenciones antinaturales habría sido el principal motivo del porqué el mal se alojó e incubó cerca de él, destruyendo a prácticamente todas las personas amadas y relacionadas con él.
Franco Burattini y Elizabet Gora, junto a sus respectivos equipos, fueron los responsables de las dantescas secuencias de putrefacción y muerte del film. Particularmente notable, aunque repugnante fue el maquillaje prostático para el embichado. Por otra parte, Los artistas del taller CBAC fueron los encargados de crear el dispositivo para eliminar a los embichados, el cual guarda varias similitudes en cuanto a diseño con el que aparece en "Aterrados" (2018) del propio Rugna. De hecho, se dice que esto podría indicar que entre ambos films podrían pertenecer a una suerte de universo compartido. Debido a las altas restricciones que hay en Argentina respecto a la relación de actores infantiles y escenas de violencia, además de lo obvios efectos visuales y prácticos en las secuencias de muerte que los involucran, para la escena en que nace en mal en forma de niño se utilizó un líquido azul para cubrirlo, el cual fue retocado a rojo oscuro digitalmente. La cinta se filmó en las zonas rurales de la Provincia de Buenos Aires. En Argentina se convirtió en un éxito instantáneo, transformándose en la película de terror argentina más vista de todos los tiempos. Se estrenó mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Toronto el 13 de septiembre. En Estados Unidos se estrenó el 22 de septiembre en el Festival de Cine Fantástico de Austin y en Francia el 29 del mismo mes en el Festival de Cine Fantástico Europeo de Estrasburgo. Participó además en otros festivales como el Beyond Festival, el Festival Internacional de Cine Fantástico de Gerardmer y el Festival Internacional de Cine Fantástico Sitges, donde se llevó el premio a la mejor película, siendo la primera película latinoamericana en ganar este premio. La banda sonora estuvo a cargo de Pablo Fuu, pero el mismo director participó en ella. De hecho, tomó el nombre para el film, "Cuando Acecha La Maldad", de una canción homónima del grupo de metal "Logos", que aparece en el álbum "Generación Mutante" (1994). Rugna y su grupo de metal "Pasco 637" grabó su propia versión para la película, haciéndose él mismo cargo de las guitarras.
Las actuaciones son bastantes eficaces, encontramos a Ezequiel Rodríguez y Demián Salomón como los hermanos Pedro y Jimmy Yazurlo, que se encuentran en medio de este infierno rural. Silvina Sabater encarna a Mirtha la curadora. Luis Ziembrowski como el tirano terrateniente Ruíz. Emilio Vodanovich encarnó a Jair, el hijo autista de Pedro y Virginia Garófalo como Sabrina, la ex mujer de Pedro, también destacaron en sus roles.
En definitiva, un sorprendente y atrapante film de terror sobrenatural, con su historia perturbadora, su buen ritmo y desinhibición respecto a la exposición del horror y lo visceral y su ambientación ominosa y opresiva, estamos ante una de las películas latinoamericanas de terror más destacables de este siglo.
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