Tener un hijo, plantar un árbol
por Diana AlbizuResponsable junto a 'La mano que mece la cuna' (Curtis Hanson, 1992) del boom de películas sobre niñeras con intenciones dudosas, es una pena que esta adaptación de la novela de Dan Greenburg se enmarque dentro de la floja etapa de decadencia de William Friedkin. El director de 'El exorcista' intenta sacarle partido plástico a esta extraña historia de vampirismo vegetal en la que una niñera (Jenny Seagrove) con naturaleza de espíritu del bosque intenta sacrificar el bebé de una pareja, pero hay una inefable pesadumbre incapaz en las imágenes.
Puede que el primer problema esté en el esquemático guión (que, sin embargo, contó con la intervención del propio Friedkin, el escritor Greenburg y Stephen Volk) y su forma ramplona de encadenar los acontecimientos. O en que el director parece más pendiente de la puesta en escena de las secuencias de transición; lo que por sí solo podría ser un valor positivo, pero que resulta desconcertante cuando los momentos más climáticos y atmosféricos resultan tan descuidados. Por último, hay que señalar que el reparto no cuenta con ningún intérprete memorable o siquiera inspirado... aunque eso no debería ser excusa para un cineasta de la talla que se le supone a Friedkin.
A favor: La dimensión vegetal del argumento fantástico y la creíble animalidad de Jenny Seagrove.
En contra: Que una película con bastante potencial atractivo se quede en tan poca cosa.