Crónicas de la guerra mapache
por Nestor HidalgoEs muy difícil consensuar una jerarquía permanente entre las películas de un maestro como el japonés Isao Takahata, director de clásicos como 'La tumba de las luciérnagas' (1988), pero, sin duda, 'Pompoko' reúne motivos suficientes para figurar, si no la primera, sí en los puestos más altos de su filmografía. Narración episódica y polifónica que se extiende durante varios años, la película está protagonizada por los mapaches que viven en un bosque a las afueras de Tokio y, a finales de los años 60, llevan a cabo una serie de acciones destinadas a detener el crecimiento de la ciudad y la edificación masiva de nuevos terrenos que está destruyendo su hábitat.
La multiplicidad de estilos que se utilizan para representar a los mapaches (dibujos realistas, antropomorfos, bocetos elásticos estilo Shigeru Sugiura) o la recuperación del tropo folclórico en el que estos animales, igual que los zorros, pueden desarrollar la capacidad de cambiar de forma y transformarse en lo que deseen son sólo algunas de las numerosas y fascinantes ideas visuales que sirven para construir un emotivo relato ecológico y de concienciación para la protección del medio ambiente. Pese a dicho poso, no hay ni un ápice de blancura ni infantilismo en la película del duro y exigente Takahata. No escatima en mostrar la destrucción de la naturaleza con toda su crudeza, ni tiembla al mostrar la muerte real de mapaches y humanos antes de pasar inmediatamente a una nueva secuencia de diversión. El buen humor, el baile y las canciones no faltan nunca.
Si la primera parte del film está más concebida como una crónica de guerra en la que se suceden escaramuzas y distintos atentados eco-terroristas, es en el tercio final donde 'Pompoko' alcanza el grado de obra maestra durante un ataque fantasmagórico en el que los mapaches se convierten en distintos espíritus tradicionales para asombro de los ciudadanos. Que la película encima lleve su mensaje ecologista hasta un final tan agridulce como comprensible desafía con maestría todos los prejuicios occidentales acerca de la delimitación de público y tono del cine de animación. No hay edad recomendada para esta maravilla.
A favor: La inagotable riqueza de todos los asombros visuales de diversos estilos convocados a lo largo de la película.
En contra: Es menos conocida de lo que se merece.