El retorno al mercado de los discos de vinilo en la última década ha atraído a nuevos fans de un formato clásico y ha transformado nuestra idea de coleccionista de discos: más joven, de todos los sexos y multicultural. Este mismo renacimiento ha encarecido la compra de música, ha beneficiado a los grupos establecidos en detrimento de los artistas independientes y ha enturbiado la cuestión de si el vinilo suena realmente mejor que otros formatos.