El modelo de la comedia familiar
por Diana AlbizuSon innumerables las veces que Steve Martin ha aparecido a lo largo de su carrera caracterizado como un padre de familia superado por las circunstancias (díptico 'El padre de la novia') e incluso por el número de hijos (díptico 'Doce en casa'/'Doce fuera de casa'), pero es 'Dulce hogar... ¡a veces!' la que creó el molde y se mantiene como una de sus manifestaciones más logradas. Ron Howard y sus guionistas Lowell Ganz y Babaloo Mandel se basaron en sus propias experiencias familiares y como padres para articular la serie de estampas que forman el mosaico de la densa y ramificada familia Buckman. La presencia de titanes de la comedia de los 80 como Martin, Tom Hulce o Rick Moranis es un gran punto a favor, igual que algunos gags verdaderamente inspirados (esas digresiones sobre el futuro del hijo mayor de Martin), pero, como se convertiría en característica esencial de casi toda su filmografía, el emotivismo mal entendido de Howard se cuela entre las esquinas de todas las historias, haciendo de lo que podría haber sido una gran comedia coral una simple sucesión de celebraciones de la unión familiar WASP y heteronormativa pase lo que pase.
A favor: Algunos chistes son memorables, como las puyas entre Steve Martin y Rick Moranis por la educación de sus hijos.
En contra: Los momentos empalagosos y las recurrentes "lecciones morales".