Christine (Saoirse Ronan), que se hace llamar "Lady Bird", es una adolescente de Sacramento en su último año de instituto. La joven, con inclinaciones artísticas y que sueña con vivir en la costa Este, trata de ese modo encontrar su propio camino y definirse fuera de la sombra protectora de su madre (Laurie Metcalf).
Una cinta que no trata algo en concreto, es un cúmulo de sentimientos, de trozos vitales y de escenas cotidianas, es la adolescencia a flor de piel, ese camino rocoso que no sabes a donde lleva. Lady Bird es una estudiante que no encaja, su mejor amiga no es la viva imagen del canon de belleza femenino perfecto y ella tampoco, miran con recelo y odio a la popular, pero Lady Bird tratará de acercarse a ella, mentirá para agradarla pero luego se dará cuenta de que solo tenía que ser ella misma, se enamorará de un chico para que este le parta el corazón al descubrir que es homosexual, ella lo odiará por haber jugado con ella pero lo comprende y le ayuda, luego se volverá a enamorar del malote que en las fiestas no está dentro bailando, sino fuera con un libro y acompañado de una copa de vino y un cigarro (típico), para que luego este también la engañe. Nadie empatiza forzadamente, su madre se muestra como una figura autoritaria y como la mandamás, pero a veces también abraza a su hija cuando lo necesita. Lady Bird odia y ama a sus padres, a sus compañeros, a su instituto y a su vida, eso es vivir; amor y odio a la vez. Ha cometido todos los errores hasta darse cuenta de lo que realmente importa en esta vida, y no es el darse cuenta lo difícil, sino admitirlo. Lady Bird es cabezota, inteligente, sensible, con un carácter fuerte y dominante, obscena y maleducada, en constante búsqueda de una misma y de su apariencia, en sus mentiras y gritos que buscan más allá de lo necesario y que la llevan a traicionar a su mejor amiga, a mentir sobre su casa o a lanzarse a por chicos misteriosos cuando la alcachofa de la ducha ya es suficiente para esa edad. Lady Bird quiere vivir todo muy rápido, cambiar muy rápido, y no es hasta el final donde ya acepta a Christine, a su verdadero yo con sus más y sus menos, ahora deberá coger lo que tiene y hacer algo de provecho a partir de ello. Y crecer es también angustia por lo que vas a dejar atrás, acongoja el no saber qué se nos va a desplegar delante nuestra, y es que los caminos del señor son inescrutables.
Dirigida y escrita por Greta Gerwig, la dirección es delicada y sensible, la paleta va a juego con esto, con colores pastel suaves, tiene buena narrativa y buen ritmo, no es una historia muy potente pero sí entrañable y que refleja muy bien el aire adolescente. Buena película.