"Solo Ante El Peligro" es un emblemático e intrigante western, dirigido por Fred Zinnemann y protagonizado por Gary Cooper. Podría verse como un thriller tallado en forma de western. La intriga es un factor esencial, narrativamente se sostiene mediante la acción en tiempo real, que a su vez se identifica con el tiempo que falta para que llegue Frank Miller en el tren del mediodía. Hay constantes referencias al tiempo en el film, materializadas en ciertos aspectos visuales. Así, por ejemplo, a cortos intervalos el director se esmera en mostrar relojes en casi todas las estancias que va visitando Kane y, por supuesto, enseñándolos mediante primeros planos. La sensación es de una intrigante cuenta atrás en la que Kane debe encontrar aliados a toda costa. Por otra parte Zinnemann intercala eventualmente planos generales de la vía del ferrocarril, como queriendo advertirnos de que en cualquier momento puede aparecer el fatídico tren. No es, como decimos, un western al uso. Se basa principalmente en intriga, la tensa calma, y al introspección psicológica. Hay tiroteos y alguna pelea, pero en su justa dosis. En cualquier caso, y aunque no opte por la vía más épica del western, se sigue con una tremenda atención e intensidad, como corresponde a una película genuinamente apasionante. Consigue que nos identifiquemos con el personaje de Kane y su dilema. Admiramos el valor de no rehuir una situación adversa y peligrosa, y vemos con temor que se acerque la hora del duelo.
No obstante, tradicionalmente, tanto la cinta como su héroes se han visto a partir de diversos puntos de vista, con fundamento, como una alegoría del Macartismo. Su guionista Carl Foreman fue llamado a testificar en el Comité de Actividades Antiamericanas y poco tiempo después fue incluido en la lista negra de la Caza de Brujas. Ante tal panorama, Foreman decidió mudarse a Reino Unido en vista de que en Estados Unidos no podría conseguir trabajo. En cualquier caso, el film ha sido admirado, por ejemplo, por políticos de todo cuño, desde Ronald Reagan hasta Bill Clinton. Sin embargo, Howard Hawks fue un gran detractor. No le era concebible que un sheriff, por muy desesperado que estuviera, se pasase la película pidiendo ayuda a sus conciudadanos. "El sheriff es un profesional pagado y debe cumplir él su cometido". A título personal, me considero de los del lado positivo, por lo que intentaré describir los aciertos de este extraordinario western, que trata sobre un hombre que debe tomar una decisión de acuerdo con su conciencia y que tiene miedo, pero cuyo sentido de la decencia, le obliga a enfrentarse a su destino, en lugar de huir, como le aconseja su flamante esposa Amy, y sus más cercanos. Es evidente que Foreman, perseguido por sus ideas políticas, introdujo una soterrada parábola antimacartista, pues eran tiempos convulsos en la meca del cine.
Sin embargo, sin el excelente trabajo de Gary Cooper, que le consagraría como uno de los más grandes, ganando merecidamente el Oscar, la cinta sería probablemente distinta. El sheriff de Hadleyville, Will Kane es un hombre honesto y con principios, el día de su boda llega la noticia de que han indultado a Frank Miller, un temible asesino que él mismo envió a prisión, sus compinches esperan el tren para reunirse y vengarse del sheriff. Este pide ayuda a sus conciudadanos, esos que defendió contra los delincuentes y que ahora le dan la espalda. Pero el problema no sólo es suyo, es de todos los ciudadanos si no quieren ser amedrentados y privados de libertad por unos execrables forajidos. Junto a la preponderancia de la acción y la utilización del reloj para crear tensión, también existe un tiempo para la reflexión. Disponiendo de un protagonista que no es ni apuesto, ni joven, ni siquiera es un héroe, es solo un hombre corriente pero digno. Zinnemann hace un gran trabajo en este film modesto rodado en 28 días, con un presupuesto bastante bajo, fotografía de documental, con luz plana, sin apenas sombras ni contrastes, se rebela absolutamente adecuada, favorecida por una medida planificación que encuentra su más justa expresión en esa portentosa grúa que, partiendo del protagonista sube y sube hasta mostrar toda la calle.
Las actuaciones son particularmente relevantes, al tratarse de una película donde el análisis de personajes es fundamental. La piedra angular es Gary Cooper, quien construye un personaje, Harry Kane, que concentra dentro de sí muchas emociones, todas ellas mostradas con un clasicismo brillante. Notamos su angustia, su zozobra interna, pero sin histerismos, sin claudicar, de una manera tan transparente que casi no parece una actuación. Es algo así como una encarnación de la justicia y la honestidad, pero sin olvidar su lado sufridor. La presencia de Lloyd Bridges en el papel de egocéntrico ayudante de sheriff puede resultar curiosa, con una interpretación "diferente" de lo que nos tiene acostumbrados. Grace Kelly está correcta, y, de hecho, su papel va creciendo en importancia según avanza la cinta. No obstante, no llega al nivel refulgente de papeles posteriores. Muy interesante es la actuación de Katy Jurado, en un papel aguerrido, de gran carácter. En un mundo marcadamente masculino como el de los avatares del salvaje oeste, contesta, mira y actúa de forma decidida, sin miedo. A algún personaje lo deja tiritando después de alguna reflexión suya. También es de justicia mencionar a uno de los mejores secundarios de la historia, Thomas Mitchell, que ennoblece cualquier película en la que participa.
En definitiva, emblemático e intrigante clásico, que está a la altura de su leyenda. Como western resulta original su específico énfasis en la introspección moral y en la psicología de los personajes. Todo está dirigido por la sabia batuta de Fred Zinnemann, pero es la serenidad heroica de Gary Cooper la máxima enseña de esta apasionante historia del lejano oeste. Una reflexión sobre valores humanos: solidaridad, justicia, valor, honestidad...
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