Todo el mundo tiene una película (también un libro, un cómic, un disco) que le hace cambiar su concepción sobre el arte que adora, en este caso el séptimo y en este caso también, ‘Beautiful girls’ es esa película. Supongo que tendré que explicarme porque a simple vista podría no entenderse. A principios de los 90 y a pesar del agradecido esfuerzo de mi padre por inculcarme afición por el cine de calidad, haciéndome ver ‘El golpe’, ‘Todos los hombres del presidente’ y ‘El Padrino’ desde temprana edad, lo cierto es que yo me las prometía felices en mi primera adolescencia viendo películas como las secuelas de ‘Regreso al futuro’, ‘Indiana Jones’ y ‘Alien’. No es que no me interesase un cine con un mayor grado de calidad, pues esa época estuvo plagada de estrenos altamente recomendables: ‘Sin perdón’, ‘La lista de Schindler’ y ‘Muerte entre las flores’. Seguramente, muchos de estos títulos, al igual que otros tan dispares como ‘El club de los poetas muertos’, ‘Batman’, ‘Mi pie izquierdo’ o ‘Reservoir dogs’, que se estrenaron también en aquellas fechas, hicieron de mi el fanático del cine que soy hoy en día, pero por alguna razón, en esa conjunción de grandes títulos aquel que trastocó todos mis pilares de anclaje fue esta sencilla y sentimentaloide película de un casi desconocido Ted Demme. Su hermano Jonathan, el famoso, venía de firmar cosas como ‘El silencio de los corderos’, pero Ted, el pequeño, apenas había realizado algún corto y algún título menor apostando por su amigo Denis Leary, sin embargo algo llamó su atención en el guión de Scott Roserberg (que había escrito antes ‘Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto’) y metió en el ajo a Miramax, que en aquella época siempre estaba metida en los mejores charcos. El resultado es una película coral, con un argumento sencillo (reencuentro años después en un típico pueblo americano, de los viejos amigos del instituto para la reunión de antiguos alumnos) que consigue impactar en el espectador gracias a una simple combinación de actuaciones aceptables tirando a buenas, un estupendo repertorio de diálogos a mitad de camino entre la comedia ligera y el drama sostenido en una sobresaliente disección de las relaciones personales, que aunque el Este de los Estados Unidos no sea precisamente el exponente universal de enclave social, sirve perfectamente para desentrañar algunas diatribas existenciales de la amistad, el amor, el miedo al compromiso o al fracaso y compone una excepcional radiografía de una época ñoña y pánfila, pero también más sincera y cercana... //// Podéis leer el resto de nuestra reseña en el blog...