Policiaco al borde de la digresión
por Diana AlbizuDesde siempre, Michael Mann ha demostrado que es un cineasta escepcionalmente dotado a la hora de potenciar el sentido sensorial de sus films, aunque no por ello dejara descuidado el apartado narrativo cosustancial a hacer sus películas dentro del sistema de grandes majors de Hollywood. Fue su regreso al mundo de 'Corrupción en Miami' para convertir en largometraje la serie de televisión policiaco-canalla que había ayudado a producir a finales de los 80 lo que marcó un punto de inflexión en su filmografía, escorándola hacia una fascinación por la textura de las imágenes que beneficia los momentos reflexivos o los tiempos muertos de los personajes frente a la verborrea habitual en otros thrillers de temática cercana. Aquí, lo que más hacen es moverse conduciendo; conducen todo tipo de vehículos: coches, lanchas, aviones, etc.
El estilo visual de 'Corrupción en Miami' (la película), combinación de imagen digital y unas pocas tomas en Super 35, es portentoso y fascinante. La vistosa geografía urbana enfocada en todos sus estratos y el curioso efecto de hiperrealismo estilizado que consigue la imagen digital proporcionan una inmediatez inédita y convierten algunas secuencias (como el trayecto en lancha hasta La Habana y toda la estancia de Sonny e Isabella allí) en deliciosas digresiones llenas de goce sensorial. Frente a lo alambicado de otras piezas emblemáticas de Mann, como 'Heat' o 'El dilema', esta propuesta se erige liberada de las inercias argumentales del género criminal para dar lugar a una narración poliédrica, incompleta y en crisis constante. No está renovando el thriller policiaco, sino toda una forma de narrar.
A favor: La escena inicial en la discoteca y cómo integra imágenes y música, el viaje en lancha a La Habana.
En contra: El frágil esqueleto argumental y el desinterés con el que es mostrado puede sacar a muchos espectadores de la película.